Yuka es una cría de mamut lanudo que vivió hace aproximadamente 28.000 años en la Republica de Sakha, en el Lejano Oriente ruso, donde fueron encontrados sus restos. Investigadores rusos y japoneses extrajeron los núcleos celulares de la médula ósea y del tejido muscular en 2010 para trasplantarlos a los óvulos de ratón, donde han conseguido que recobren actividad. El equipo pudo observar las primeras etapas de la división celular, según los resultados publicados ahora en Science Reports.
Los científicos utilizaron núcleos de células musculares en condiciones aceptables para examinar si podrían funcionar después del trasplante. Son células que contienen ADN e inmediatamente antes de dividirse se forman los cromosomas. Insertaron 24 núcleos celulares en los óvulos de los roedores y encontraron que las proteínas que forman los cromosomas se reunían alrededor de los núcleos celulares en 21 casos. En la imagen, se aprecian las proteínas teñidas de rojo y verde alrededor de un núcleo de células de mamut en un ovocito de ratón.
En cinco de los óvulos se observó también la recolección de proteínas que forman el huso muscular. Sin embargo, no hubo división celular completa en ninguno de estos casos, un hecho que los investigadores achacan al posible daño del ADN.
La investigación es parte de un proyecto de la Universidad japonesa de Kindai para revivir el mamut lanudo. El objetivo final sería implantar en el útero de un elefante un óvulo fertilizado con genes de mamut y volver a dar vida así al mamífero extinto.
¿Nuevo Parque Jurásico?
Posiblemente Yuka, que tenía diez años al morir, huía de depredadores felinos y se fracturó una pata trasera. Las tierras heladas del norte de Siberia permitieron la momificación de su cuerpo, lo que ha posibilitado el hallazgo de restos relativamente bien conservados. Según explica el investigador de Kindai Kei Miyamoto, se recolectaron 273,5 miligramos de tejido de mamut. Aunque considera el experimento un auténtico logro y un paso significativo para resucitar al mamut, reconoce que queda un largo camino por recorrer.
La autenticidad de las muestras de tejidos recogidos, después de un congelamiento tan largo, ha sido confirmada por la secuenciación del genoma entero. Los científicos identificaron cerca de 900 proteínas y las compararon con una base común para los mamíferos. Cotejaron casi 1.500 millones de secuencias con las respectivas partes del genoma de un elefante africano y mapearon cientos de millones de secuencias. El mismo tipo de análisis se realizó también con otros cinco mamuts desenterrados en diferentes regiones.
Marian Benito