Las señales podrían llegar desde el intestino delgado
El agua nos hidrata, calma la sed y contribuye a mantener un estado saludable. Tanto su exceso como su defecto podría llevar nuestro cuerpo a una situación límite. Pero la pregunta no es cuánta es suficiente, sino cómo sabe nuestro organismo que cantidad es suficiente y cuándo debemos parar una vez que empezamos a beber. Un nuevo estudio con ratones, publicado en la revista Nature, indica que el intestino puede jugar un papel importante al predecir cuánto necesita beber para satisfacer al cuerpo. De inmediato se lo notifica al cerebro y este decide entonces cuánta sed tiene.
Neuronas de la sed
En 2016, un grupo de investigadores de la Universidad de California, San Francisco (UCSF) descubrió que cuando los ratones beben líquidos, la boca y la garganta envían señales al cerebro para que apague las células cerebrales implicadas en la sed. Son células que se encuentran en el hipotálamo y regulan, además de la sed, la presión arterial y otros procesos corporales. Se expanden también a un espacio vecino llamado órgano subfornical.
La boca y la garganta comienzan a disparar estas señales a los pocos segundos de beber algo. Antes de una hora (a veces a los diez minutos), el agua entra en el torrente sanguíneo y circula por las células sedientas repartidas por todo el cuerpo. Si el cerebro apaga las señales demasiado rápido, el líquido será insuficiente.
Según el autor del estudio Zachary Knight, investigador del Instituto Médico Hughes, “de alguna manera, el cerebro tiene una manera de igualar estas dos escalas de tiempo diferentes para que pueda beber rápidamente la cantidad justa de agua para satisfacer las necesidades de su cuerpo”. Knight y su equipo implantaron lentes y fibras ópticas cerca del hipotálamo de los cerebros de los ratones, lo que les permitió observar y medir cuando se encienden y se apagan esas neuronas de la sed.
Cuando les dieron agua salada a los ratones, los científicos descubrieron que las neuronas de la sed dejaron de dispararse casi de inmediato, tal y como se esperaba, ya que puede deshidratar el cuerpo. Pero un minuto después, volvieron a encenderse. ¿De dónde provenía entonces esa nueva señal de encendido? Después de varios experimentos, el equipo de Knight sospechó que hay moléculas en el intestino que detectan el contenido de sal en los líquidos y lo utilizan para predecir cuánto hidrata esa bebida. El sistema envía esta información al cerebro en un minuto, y las neuronas de la sed parpadean. Aunque no lo saben con seguridad, creen que las señales provienen específicamente del intestino delgado, que es el punto que más se conecta con el nervio vago.
El sodio no es el único compuesto que activaría las moléculas intestinales. Knight cree que cualquier otro elemento que cambie la osmolaridad (concentración de un líquido) de la sangre es detectada por este sistema. De confirmarse, estos hallazgos podrían beneficiar a una variedad de personas, especialmente la población mayor en épocas de calor, con riesgo de deshidratación, o los corredores de maratón, que tienden a la sobrehidratación.