Si tienes un teléfono móvil, alguna vez has sentido «ansiedad por autonomía». Aunque sea la primera vez que lo lees, sabes a qué nos referimos. Es esa sensación que tienes cuando vas a salir de casa y a tu teléfono le queda un 60% de batería y piensas «¿aguantará todo el día?». O cuando tienes que ir a un sitio usando el gps, te queda tan solo un 5% y tu cabeza no deja de gritar «¿será suficiente?».
La ansiedad por autonomía se define como el temor específico a quedarse sin batería mientras conduce un vehículo eléctrico. Y aunque no todo el mundo conduce coches eléctricos, casi todos tenemos un teléfono celular y conocemos ese temor agudo y constante de que el porcentaje de batería disminuya.
Cuando nuestro temor se cumple, nos comportamos de las maneras más extrañas: nos vamos a casa inmediatamente, husmeamos entre los cables de los demás sin miramientos, exigimos cargadores a extraños y actuamos de forma tan irreflexiva que hasta una historia falsa sobre una chica que desconecta el soporte vital de su abuelo para cargar su teléfono parecía lo suficientemente plausible como para volverse viral.
La ansiedad por autonomía es el principal desencadenante de la nomofobia o el miedo a no tener tu teléfono a mano, a la desconexión. Parece frívolo, nadie necesita tener acceso constante a Candy Crush, pero según Şengül Uysal, quien estudió la nomofobia entre estudiantes universitarios de la Universidad Erciyes en Turquía, este miedo tiene raíces profundas. Uysal descubrió que mientras más ansiedad social demostrara un estudiante, más probable era que temieran la pérdida de su teléfono.
8 de cada 10 españoles la padecen y es que el 53% de los usuarios de smartphones sufre ansiedad al perder su dispositivo o al quedarse sin batería, según el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad.
Las personas con tendencias ansiosas, son las que confían más en sus teléfonos móviles para mantener sus relaciones personales. «El propósito básico del teléfono móvil es permitir que las personas que están en dos lugares diferentes puedan comunicarse al instante, eliminando la ansiedad asociada a la soledad», dice la investigadora, «pero si usas el teléfono móvil para evitar las relaciones en persona, se crea una dependencia del mismo para la comunicación», por lo tanto, es muy traumático cuando el teléfono se apaga.
Y no solo es un drama para uno mismo, resulta que 1 de cada 3 usuarios cree que su pareja dedica más tiempo a su móvil que a la relación, según el estudio Three’s Company: Lovers, Friends and Devices de McAfee.
La mayoría de las personas llevamos nuestras vidas en los teléfonos. Desde momentos importantes de reuniones de trabajo hasta fotos familiares y que se nos agote la batería nos impide el acceso a esas partes de nuestras vidas. Por eso y hasta que la tecnología de las baterías mejore, solo nos queda aceptar la incertidumbre de si llegaremos a tiempo a cargar nuestro teléfono antes de habernos perdido algo.
Esther Sánchez