A 700 km sobre nuestras cabezas, el satélite Cryosat-2, de la Agencia Espacial Europea (ESA), observará la evolución de las zonas heladas del planeta, tanto en tierra firme como sobre los océanos. Hasta ahora se ha obtenido información sobre cómo está variando la extensión de las mismas, especialmente en los polos, pero no conocemos los cambios que se producen en su espesor. Este parámetro, imprescindible para conocer el comportamiento de esas masas y su relación con el cambio climático, podremos obtenerlo gracias al altímetro radar de microondas a bordo del nuevo satélite. Con él se detectarán las variaciones de hasta un centímetro en el grosor de las capas de hielo.
Pilar Gil Villar