El vertedero de Can Mata, a 50 kilómetros al norte de Barcelona, esconde un valioso patrimonio paleontológico que rivaliza con el de Atapuerca. Las obras de ampliación destaparon restos fósiles únicos de hace millones de años, y han llevado a una curiosa coexistencia entre los trabajadores del basurero y el equipo paleontológico.
Por una parte, el Pierolapithecus catalaunicus, conocido popularmente como Pau o “el primer catalán”, vivió hace 11,9 millones de años y pudo ser un pariente de los homínidos (grandes simios antropomorfos y el ser humano). Su descubrimiento fue portada de la revista Science. Por otra parte, el Anoiapithecus brevirostris, conocido como Lluc, llegó cerca de un millón de años después que Pau. Ambos han llenado un vacío de registros fósiles de aquella época.
Según sus descubridores, un equipo del Instituto Catalán de Paleontología, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), dirigido por Salvador Moyá-Solá, los cambios evolutivos que dieron lugar a los homínidos sucedieron en lugares en Europa (en este caso en Can Mata) y no en África, como se pensaba.
Redacción QUO