En la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas, las proteínas tóxicas se acumulan en el cerebro, destruyen las células y dañan diferentes regiones del cerebro, lo que lleva a síntomas que incluyen cambios de personalidad, pérdida de memoria y de control. Solo alrededor de uno de cada veinte pacientes tiene antecedentes familiares: en estos casos las variantes genéticas heredadas de uno o ambos padres contribuyen al riesgo de enfermedad.
Pero la causa de la mayoría de los casos, que se cree que afectan a una de cada diez personas en el mundo desarrollado, sigue siendo un misterio. En este ámbito la investigación es importante ya que se calcula que en 2040 uno de cada cuatro mayores de 65 años tendrán algún trastorno vinculado a la demencia.
Ahora, en un estudio publicado en Nature Communications, un equipo de científicos liderados por Patrick Chinnery, creen que pueden haber encontrado una explicación: errores espontáneos en nuestro ADN que surgen a medida que las células se dividen y se reproducen.
Los hallazgos sugieren que para muchas personas con enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson, las raíces de su condición se remontan a la época en que eran un embrión en desarrollo en el útero.
Inicialmente, el equipo de Chinnery planteó la hipótesis de que grupos de células cerebrales que contenían errores genéticos espontáneos podrían conducir a la producción de proteínas mal plegadas con el potencial de diseminarse por todo el cerebro, lo que podría conducir a enfermedades neurodegenerativas.
“A medida que la población mundial envejece, vemos un número creciente de personas afectadas por trastornos como la enfermedad de Alzheimer, sin embargo, todavía no entendemos lo suficiente sobre la mayoría de estos casos – explica Chinnery en un comunicado –. ¿Por qué algunas personas contraen estas enfermedades mientras otras no? Sabemos que la genética juega un papel importante, pero ¿por qué las personas sin antecedentes familiares desarrollan la enfermedad?”
El equipo utilizó una nueva técnica que les permitió secuenciar 102 genes en las células del cerebro de 73 muestras de tejidos. Estos incluían genes conocidos por causar o predisponer a enfermedades neurodegenerativas comunes. Los resultados mostraron “mutaciones somáticas” (errores espontáneos, más que hereditarios) en el ADN, en 27 de los 54 cerebros, incluidos sanos y enfermos.
Juntos, estos hallazgos sugieren que las mutaciones habrían surgido durante la fase de desarrollo, cuando el cerebro sigue creciendo y cambiando, y el embrión crece en el útero.
Combinando sus resultados con modelos matemáticos, sus hallazgos sugieren que es probable que las “islas» de células cerebrales que contienen estas mutaciones potencialmente importantes sean comunes en la población general.
“Nuestro descubrimiento también puede explicar por qué no hay dos casos de Alzheimer o Parkinson que sean iguales – concluye Chinnery –. Los errores en el ADN en diferentes patrones de células cerebrales pueden manifestarse como síntomas sutilmente diferentes”.