La mayor parte de lo que sabemos sobre la recuperación tras un esfuerzo físico, se centra en los resultados de un estudio publicado en Medicine & Science in Sports & Exercise y titulado Los beneficios de inmersión en agua fría después del ejercicio no son mayores que el efecto placebo.
En él, un equipo liderado por David Bishop, dividió a 30 atletas en dos grupos. La mitad se sumergió en una bañera templada «aceite de recuperación”. A los 15 minutos aseguraron sentirse mejor y recuperaron su fuerza más rápidamente de lo normal en los días posteriores a un entrenamiento intenso. El resto tomaron un baño de hielo y experimentaron beneficios similares. El problema es que el aceite de recuperación era un simple jabón de baño, un placebo elegido para demostrar que los beneficios tan promocionados de los baños de hielo están en nuestra cabeza.
Si el dilema es que, sea cual sea el mecanismo, tanto el baño de hielo como los aceites de recuperación aceleraron la recuperación en comparación con no hacer nada,¿qué consejo debería dar un entrenador intelectualmente honesto pero basado en el rendimiento a los atletas?
Hasta hace relativamente poco tiempo, la recuperación solía ser un estado pasivo, algo que sucedía entre entrenamientos. Pero ahora los atletas “hacen” una recuperación, se trata de cualquier cosa menos algo pasivo. Por lo tanto, ¿qué hacer? Un nuevo libro, escrito por Christie Aschwanden y titulado Good to Go: lo que el deportista de todos nosotros puede aprender de la extraña ciencia de la recuperación, tiene algunas respuestas.
Lo primero que señala Aschwanden es que muchas de las prácticas y dispositivos, como los tejidos de compresión, pijamas de recuperación, baños de privación sensorial, no tienen importantes fundamentos científicos que los respalden, pero…
Al entrevistar a decenas de científicos, Aschwanden aprendió que el eje de la recuperación es darle al cuerpo la oportunidad de adaptarse al estrés del entrenamiento. Pero también la mente necesita un descanso y todas las prácticas analizadas, baños y masajes, reúnen esos beneficios.
Así, sugiere Aschwanden en su libro, la respuesta no solo es recuperar el cuerpo, también darle un recreo a la mente.