Los Juegos Olímpicos han vertido ríos de tinta sobre deporte y rendimiento en la cama, crecidos por algunos atletas al hablar de su frecuencia sexual. Según científicos de la Universidad de Michigan, solamente si el entrenamiento es demasiado intenso puede disminuir los niveles de testosterona masculinos y, por tanto, las funciones testiculares.

Un varón que corre, por ejemplo, 300 kilómetros o más por semana, tendría más riesgo de desarrollar hipogonadismo, un trastorno que se expresa por la pérdida de impulso sexual. Por debajo de esta intensidad, el entrenamiento habitual de cualquier deporte incrementa los niveles de testosterona.

Redacción QUO