Era el último que quedaba. El glaciólogo Mauri Pelto llevaba treinta años vigilando 250 glaciares en todo el mundo, los más grandes. Uno a uno, todos habían comenzado a perder masa de hielo debido al aumento de las temperaturas en el planeta. Sin embargo, el glaciar Taku en Alaska, uno de los más grandes del mundo, resistía.
El Taku es uno de los glaciares alpinos más profundos, el espesor de la lengua de hielo alcanza los 1.480 metros, un kilómetro y medio desde el lecho glacial hasta su superficie.
Ya no. Las imágenes recogidas por la NASA indican que en los últimos cinco años, el gigante Taku ha comenzado a fundirse por primera vez desde 1946, que es cuando empezó a estudiarse.
El cambio es aún más dramático ya que entre 1946 y 1988 el glaciar Taku estaba creciendo a un ritmo de 30 centímetros por año. Entre 2013 y 2018 el crecimiento se detuvo, y por primera vez en agosto de 2018 empezó a retroceder, coincidiendo con el mes de julio más cálido registrado en la región de Juneau en Alaska, donde se encuentra. La evolución habitual de un glaciar, según Pelto, es permanecer estancado durante décadas antes de retroceder. El que la marcha atrás se haya producido en tan poco tiempo indica que el cambio climático producido por la actividad humana está alterando su ciclo natural.