Chiste entre astrofísicos: – ¿Qué le dice una galaxia a otra?
– ¿Ese cúmulo globular me hace gorda?
Es cierto, ni siendo astrofísico tiene gracia. Pero tiene sentido. De acuerdo con Andreas Küpper, de la Universidad de Columbia, “los cúmulos globulares son grupos compactos de entre miles y millones de estrellas que nacieron en los primeros tiempos de formación del universo. Giran alrededor de la Vía Láctea y se desintegran lentamente a lo largo de miles de millones de años, dejando un rastro de polvo único, muy similar a las estelas de condensación de los aviones”.
Teniendo en cuenta que los objetos con más masa ejercen una fuerza gravitacional mayor (la gravedad en la Tierra es mayor que en la Luna pero menos que en el Sol), se puede deducir que nuestra galaxia afecta la órbita de las estrellas fuera de su disco. Con este razonamiento, el equipo de Küpper se propuso estudiar diferentes estrellas para ver si los rastros de polvo de algunas estrellas les daban una clave de la masa de la Vía Láctea. El trabajo, exitoso y publicado en The Astrophysical Journal, es un alarde de creatividad.
Lo primero fue identificar una estrella que cumpliera esos requisitos y encontraron a Palomar 5, cuyo rastro mostraba ondas con una frecuencia muy regular, algo que no podía ser aleatorio. Con los datos de Palomar 5, crearon un modelo de nuestra galaxia y la estrella y comenzaron a variar la masa de la Vía Láctea para ver qué le ocurría a la estrella. Fue entonces cuando descubrieron que las ondulaciones en el modelo eran casi idénticas a las reales si la masa de la galaxia era equivalente a 2.100 millones de veces la masa del Sol.
Así es como se pesa una galaxia, por lo que queda fuera de su plato. El trabajo permitirá también saber cómo se formó la Vía Láctea.
Juan Scaliter