Muy fácil: les duermes. Esa es la idea de la empresa aeroespacial Spaceworks de Atlanta (EEUU), y la NASA acaba de firmar con ella un acuerdo para investigar su viabilidad.
La clave reside en sacar de la práctica clínica un sistema para bajar la temperatura central del cuerpo (la que corresponde al cerebro, grandes vasos, vísceras, músculo profundo y sangre) que hasta ahora solo se utiliza para evitar daños en pacientes cuya circulación sanguínea se ha visto peligrosamente reducida por un tiempo. El llamado RhinoChill introduce a través de la nariz un líquido refrigerante que llega a la base del cerebro. Si esto se aplicara lentamente, al cabo de unas horas los astronautas habrían entrado en un letargo similar al de los osos en invierno. Para alimentarles bastaría una sonda intravenosa, cuyos desechos se recogerían en la orina por otro catéter, mientras una red de sensores controlaría su estado en todo momento. Y seguirían en forma gracias a unos dispositivos de estimulación muscular electromagnética.

[image id=»69730″ data-caption=»Con esta cámara de hibernación se reduciría el espacio de la nave que habría que presurizar como habitáculo para los astronautas. Además, no harían falta almacén de alimentos, aparatos para ejercicio físico, dispositivos de entretenimiento, etc. Por tanto, las naves para transportarla podrían ser más pequeñas y ligeras, y necesitarían mucho menos combustible. » share=»true» expand=»true» size=»S»]

Durante el viaje se irían alternando períodos de sueño de 14 días con otros de vigilia de 2 o 3 días, organizados de manera que siempre hubiese suficientes astronautas despiertos para desarrollar las tareas necesarias en la nave.
Esta forma de viajar puede reducir decisivamente el coste de una misión, pero aún quedan muchos aspectos por investigar antes de llegar a hacerla realidad.

LOS DATOS:

19,8 toneladas pesaría la nave en esas condiciones, la mitad que una convencional.
14 días duraría cada período de letargo, seguido de 2 o 3 días de actividad normal.
6 tripulantes cabrían en la cabina de hibernación.

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Redacción QUO