Mark Watney, el tripulante con menor graduación de la misión Ares 3 a Marte, está ahora al mando. Solo.
Sus compañeros pensaban que estaba muerto cuando decidieron escapar de la tormenta y volver a casa. Y puede que tuvieran razón: ni la comida, ni el oxígeno, ni el agua de la reserva, aguantarán los 1.425 días que quedan para que aterrice la próxima misión. Además, el módulo que iba a ser su casa durante los dos meses más emocionantes de su vida, un espacio que recrea los conceptos desarrollados por la NASA en el mundo real, perderá estanquidad tarde o temprano. Eso significa que la atmósfera interior se igualará con la exterior y el astronauta, más o menos, explotará. Watney ha mordido el polvo marciano… pero aún le queda esperanza y, sobre todo, mucha ciencia en la recámara para salvar la vida.

La NASA enviará en 2020 un prototipo para fabricar oxígeno en el Planeta Rojo

El planteamiento que el escritor Andy Weir hace en esta aventura, que se titula El marciano y que es su primera novela, ha devuelto la literatura de ciencia ficción a los estantes de los superventas. También ha inspirado la película recién estrenada Marte, una cinta protagonizada por Matt Damon que lleva la firma del director Ridley Scott. Es genial cómo este Robinson Crusoe del siglo XXI improvisa con el hilo de los trajes espaciales de sus compañeros, saca partido de una resina superpegajosa fabricada por la NASA para mantener en pie su refugio y hace reparaciones vitales en su escafandra solo con cinta americana, un invento que ni la agencia espacial estadounidense ha podido mejorar. Pero el mayor atractivo es que todo, o casi, está basado en la realidad.

El sustento vital precisa ingenio
Uno de sus salvavidas más importantes es el oxigenador, piedra angular de una hipotética misión a Marte. De hecho, un equipo de científicos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) ya trabaja en un prototipo que viajará al Planeta Rojo con el próximo robot explorador, cuyo aterrizaje está previsto para 2020.

Su misión es fabricar oxígeno para hacer volar el vehículo auxiliar que llevaría a los astronautas a la  nave en la que volverían a la Tierra; ningún científico piensa que la que algún día haga el largo trayecto pueda aterrizar. El oxigenador es muy importante porque la atmósfera marciana está compuesta casi exclusivamente por dióxido de carbono, y los motores no funcionarían sin la combustión que el oxígeno hace posible.
Pero en una situación desesperada, como la que vive el protagonista de Marte, la ficción permite una vuelta de tuerca: usar el oxigenador para fabricar agua. Teóricamente, todos los componentes para hacerlo están en alguna parte del equipamiento de la misión, pero el proceso pasa por encender fuego en un entorno donde se libera hidracina, que es un combustible para cohetes usado desde la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, el plan solo puede ser obra de un loco, ya que con toda seguridad acabará explotando.

Un superviviente necesita hablar
El superviviente de la historia raciona la comida que cultiva y la que tiene en el equipaje, estira el agua gracias a inventos reales como el purificador de orina y dispone de suficiente energía –con el huerto solar de cien metros cuadrados que verdaderamente puede llegar a desplegarse en Marte se produce mucha, aunque el Sol provea allí la mitad de energía que en la Tierra–. Solo le queda establecer contacto con el planeta madre para organizar el rescate.

Los equipos de las misiones anteriores aún podrían servir para comunicarse

La buena noticia es que Marte, en la realidad y en la ficción, está sembrado de aparatos que podrían servir para tal fin. Como la Pathfinder, la primera estación que aterrizó en el polvo rojo con el sistema de paracaídas y colchones de aire, y que dejó de mandar información del planeta en 1997.

El problema es que nadie espera una llamada de ella… a no ser que sepa que la vas a reiniciar porque te ha visto buscándola desde alguno de los satélites con los que la NASA toma fotos de Marte. Es esa infraestructura, suficientemente desarrollada en nuestro mundo, la que le salva la vida.

Gracias a la cámara instalada en la estación, se comunica a base de carteles manuscritos. Luego inventa un código muy elaborado para ganar tiempo, puesto que cada mensaje tarda 11 minutos en llegar y la antena solo conecta con la Tierra mientras el planeta esté a la vista, lo que solo sucede de día.

Pero, una vez en contacto, consigue actualizar el software del sistema de comunicaciones con las instrucciones que le envían. Puede conversar. Y eso, en la realidad y en la ficción, siempre es un consuelo… Sobre todo si te dicen: “Ánimo, aguanta, vamos a salvarte”.

Carretera y manta

Todo lo que la NASA ha avanzado en el vehículo de exploración de superficie está anclado en un hangar del Johnson Space Center, en Houston. Está preparado para que dos astronautas pasen 14 días con todas las condiciones higiénicas, pero está diseñado para cubrir miles de kilómetros en sus diez años de vida. El náufrago espacial da cuenta de su robustez al preparar un viaje de más de 3.000 kilómetros.

Cómo respirar en una habitación marciana

La NASA ha estudiado en los 148 m3 del módulo HERA cómo conseguir respirar en una base similar a la que recrean en la película
Agua pura
La orina se puede beber: es algo que Mark Watney sabe de sobra, y la emplea. Una vez purificada, el agua de la orina es más pura que la mayoría de la que las personas beben en la Tierra. En la Estación Espacial Internacional, el 93% del agua que beben los astronautas se obtiene del reciclaje de líquidos corporales y de la usada para lavar. 

¿Y qué hay para comer en este planeta?

Los primeros brotes de comida cultivada en el espacio acabaron en el estómago de los residentes de la Estación Espacial Internacional este verano. Fueron unas lechugas que crecieron sobre un soporte sin tierra, bajo luces led de máxima eficiencia y de aspecto rosáceo. Fue el primer paso de la NASA en el desarrollo de un sistema de provisión de comida sostenible que un día quiere poner en Marte. Pero hay más opciones: científicos de la Universidad de Wageningen, Países Bajos, consiguieron el año pasado que 14 variedades vegetales crecieran en una copia de suelo marciano. En la película, Watney consigue doblar su tierra terrestre fértil cada diez días siguiendo un método similar.

¿Y qué hay para comer en este planeta?

Los excrementos no contienen bacterias, pero sí proteínas: son un buen estiércol.

¿Y qué hay para comer en este planeta?

Si se acumulan en un recipiente con agua, se hace fertilizante casero.

¿Y qué hay para comer en este planeta?

Se mezcla tierra marciana con las heces y con tierra terrestre, para que sea fértil.

¿Y qué hay para comer en este planeta?

Luego se añade más tierra marciana con la anterior, para así doblar su volumen.

¿Y qué hay para comer en este planeta?

El marciano planta patatas que crecen bien con la luz artificial y suficiente agua.

¿Y qué hay para comer en este planeta?

Tira la cosecha al exterior, donde se deshidrata y se congela ella sola.

El remedio para un planeta SIN oxígeno

Para la NASA, cada gramo es un lastre. Por eso quieren ahorrarse mandar oxígeno y producirlo en el planeta. No es un problema solucionado, y hasta están estudiando utilizar bacterias o algas para que produzcan el elemento digiriendo el suelo marciano. Es un proyecto en el que ya trabaja un laboratorio que recrea las condiciones ambientales marcianas. En el largometraje, la solución a la falta de oxígeno viene de un equipo que la NASA está desarrollando en el mundo real para hacer despegar una nave desde Marte: un oxigenador. El proceso que se muestra en el filme se basa en la electrolisis, el mismo fenómeno que utiliza la Estación Espacial Internacional para obtenerlo.

El remedio para un planeta SIN oxígeno

Puede recogerse dióxido de carbono del propio habitáculo o de la rica atmósfera exterior.

El remedio para un planeta SIN oxígeno

Se calienta el dióxido de carbono a 900ºC y se hace pasar por una corriente eléctrica continua.

El remedio para un planeta SIN oxígeno

La electrolisis a la que se somete hace que los átomos de carbono se desprendan y los de oxígeno queden libres.

El remedio para un planeta SIN oxígeno

El oxígeno liberado se introduce en el habitáculo o se almacena en un tanque como oxígeno líquido.

Calienta su rover con un radiador nuclear

Un RTG es una pila nuclear alimentada por plutonio-238 que genera energía aprovechando la descomunal diferencia de temperatura entre el material radiactivo y el exterior. Ya se ha usado para propulsar sondas espaciales no tripuladas y tiene muchas papeletas para ser empleado en un hipotético viaje tripulado a Marte, como ocurre en el filme, porque proporcionaría la energía necesaria para toda la misión. El marciano va más allá: lo reutiliza para calentar su rover indefinidamente.

Parecidos… pero diferentes

En El marciano, los astronautas cuentan con un sistema para monitorizar las constantes vitales, pero no siempre funciona correctamente…

El modelo Z-1, diseñado por la NASA para las misiones a partir de este año, poco espectacular, ya no se viste: tiene una puerta trasera para  entrar en él.