La reciente caída en Murcia de una pieza de basura espacial, probablemente un depósito auxiliar de combustible de un cohete espacial, ha disparado las alarmas de, valga la redundancia los alarmistas que temen que parte de la exploración del espacio caiga sobre sus cabezas.
Y si se piensa en las cifras parecería que no van desencaminados. Alrededor del planeta orbitan 20.000 objetos y hasta 500.000 compuestos de basura espacial girando a unos 27.000 km/h.
Cuando caen a la Tierra, el 99% de ellos se queman al atravesar nuestra atmósfera, pero
Pero hay dos cosas que no se queman: “las grandes estaciones y los satélites con energía nuclear”, declaraba recientemente Miguel Bello, director de la compañía energética Elecnor.
En total habría unas 4.500 toneladas de metal procedentes de los más de 4.200 lanzamientos efectuados hasta la fecha.
Todo esto contribuye a pensar que deberíamos levantar la vista. Pero no es así. Se supone que cada día cae un trozo de basura espacial en la Tierra, pero son muy pequeñas y es muy difícil que caiga sobre alguien. ¿Qué posibilidades hay que ocurra?
De acuerdo con Mark Matney, científico de la oficina del Programa de Basura Espacial de la Nasa “las posibilidades de que a uno de los 7.000 millones de habitantes del planeta, le caiga un trozo de basura es de 1 entre 3.200. Por lo tanto, que te ocurra a ti, es de una en varios billones. Es 60.000 veces más probable que te caiga un rayo y millones de veces más que tengas un accidente con un vehículo”.
El último satélite de gran tamaño en caer a nuestro planeta fue el GOCE, de la Agencia Espacial Europea, en noviembre de 2013. Pesaba, antes de tocar tierra, una tonelada.
En cambio, la caída de descontrolado del objeto más grande, fue en 1973, la estación Skylab de la Nasa, que pesaba 85 toneladas y cayo parte en Australia y parte en el Océano Índico.
Cuatro años más tarde, la reentrada de del satélite nuclear espía ruso Cosmos 954, lanzó residuos radiactivosen el norte de Canadá.
El único caso confirmado en la historia, de una persona a la que le cayó un trozo de basura espacial, ocurrió también en 1977, cuando la estadounidense Lottie Williams, recibió un golpe en su hombro y al buscar al “culpable” resultó ser un trozo metálico que más tarde resultó ser parte del tanque de combustible del cohete Delta II, lanzado por la Nasa un año antes.
Cada año decenas de miles de meteoritos que pesan más de 10 gramos chocan contra la Tierra. La mayoría no sobrevive al impacto. Aún así, solo existe un caso confirmado de una persona a la que le cayó un meteorito: Ann Hodges, también estadounidense a quien el meteorito Sylacauga (por el pueblo de Alabama en el que cayó), le lastimó la cadera. Tenía el tamaño de un pomelo.
Por lo tanto, la posibilidad de que caiga sobre un ser humano, algo de basura espacial es extremadamente baja, mucho más que quedar herido por un meteorito.
Juan Scaliter