A mediados del siglo XIV Europa vivió la peor pandemia de la humanidad: entre el 30 y el 50% de la población murió en apenas cinco años por la peste negra. Pero a lo largo de los tres siglo siguientes, esta enfermedad siguió con su funesta tarea. Y luego desapareció. Los científicos siempre se han preguntado dónde comenzaban los brotes, dónde se ocultaba la plaga entre una epidemia y la siguiente y qué provocaba su resurgimiento.
Y la respuesta está en la arqueología, si se sabe qué buscar. Un equipo internacional de científicos delInstituto Max Planck ha reconstruido el genoma completo de los patógenos responsables de la Gran Plaga de Marsella (entre 1720-1722), conocido como el último brote de la peste negra. “Resultó un desafío complejo reconstruir un genoma de esta fecha – explicaAlexander Herbig, uno de los autores del estudio publicado en eLife –.Y lo que descubrimos fue que este brote es un descendiente directo de la cepa original que infectó Europa siglos antes”.
Esto significa que la la peste bubónica, como también es conocida, siguió viva, aunque dormida, en el continente. De acuerdo con Kirsten Bos, coautora del trabajo, “estamos buscando descubrir el origen geográfico, dónde comenzó todo, pero nuestros resultados sugieren que estuvo oculta en Europa durante siglos. Ahora debemos desentrañar quienes fueron sus anfitriones”.
Juan Scaliter