La mole que creó la Luna tiene nombre. Se llama Theia, y chocó contra nosotros hace unos 4.500 millones de años, desgajando un buen pedazo de nuestro planeta que, combinado con los restos que el propio Theia dejó en el accidente, se supone que formó la Luna. Los científicos piensan que podría tener el tamaño de Marte, y algunos románticos no desechan la idea de encontrarlo algún día. Pero hay quien desafía la idea de que podamos recuperarlo: una nueva teoría sugiere que debió evaporarse con la fuerza del impacto.
La mezcla de elementos que los científicos han encontrado en ambos cuerpos planetarios son suficientemente parecidas como para que estén seguros de que el satélite se formó cuando un tercer cuerpo chocó con la Tierra. El nuevo estudio, publicado en la revista Nature, ha confrontado de nuevo la firma química de la Tierra con la de su satélite para concluir que es posible que el choque debió de ser más violento de lo que se pensaba.
Los investigadores han analizado los isótopos de potasio de la Tierra, de la Luna y de meteoritos. Las diferencias que han encontrado en las distintas composiciones minerales podrían ser consecuencia de un proceso se inició con el choque. Una gran parte de la roca que formaba la Tierra tuvo que convertirse en gas y condensarse en proporciones distintas en ambas superficies, puede que a causa de diferencias de presión.
La nueva teoría, que apoya la hipótesis de un impacto de energía superior a la esperada, convierte a la Theia que vaga por el espacio intentando conservar lo que queda de ella en un recuerdo de lo que fue y no volverá jamás. En cualquier caso, siempre será familia; al fin y al cabo, compartimos minerales.
Redacción QUO