Es indudable que las extremidades del ser humano y las de una mosca se parecen muy poco entre sí, y que la estructura interna de unas y otras es completamente distinta. Pero, a pesar de esas diferencias, ambas tienen su origen en un mismo mecanismo genético.
Así lo ha revelado una investigación realizada por dos equipos de la Universidad Autónoma de Madrid y el Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (centro mixto UAM-CSIC), que han descubierto que tas extremidades de los artrópodos y de los vertebrados se forman gracias a las mismas modificaciones que experimentan los genes de la familia Sp.
Investigando con la mosca de la fruta descubrieron que el desarrollo de sus patas está regulado por un gen de esa familia denominado Sp1, y que lo mismo sucedía con otros artrópodos y con los vertebrados, incluidos los seres humanos. “Nuestro trabajo sugiere es que es posible que la naturaleza haya inventado el mecanismo básico para formar los apéndices una única vez, y que tanto los artrópodos como los vertebrados usan modificaciones de este programa genético para elaborar sus distintos tipos de extremidades”, apunta Sergio Córdoba, uno de los directores del estudio.
Y, aunque las extremidades de los humanos y las de las moscas son estructuras con funciones análogas, su morfología y desarrollo son, como ya hemos dicho, completamente diferentes. Sin embargo, a pesar de ello y de su evolución independiente durante más de 500 millones de años, el estudio revela que el desarrollo de ambos está dirigido en gran parte por programas genéticos básicos sorprendentemente similares. Esto es lo que en Biología del Desarrollo se conoce como “homología profunda”.
Vicente Fernández López
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