Más de la mitad del planeta tiene acceso Internet. De esa mitad, una de cada tres personas utiliza regularmente las redes sociales. Al principio, todos celebramos poder conectar con cualquier persona del mundo. Estuviese donde estuviese. Pero el paso del tiempo también ha acercado a los sociópatas y personas con comportamiento antisocial a este lugar de reunión común. Tanto, que alguien debería plantearse que montar un psiquiátrico online es un nicho sin explotar con un gran potencial.
A tal punto ha llegado la intimidación cibernética, que ha recibido una notable atención por parte de los investigadores. Estos intimidadores y acosadores tienen nombre propio en la red: trolls o haters. Suelen publicar comentarios deliberadamente ofensivos, que incluso tratan de argumentar con el fin de enfadar, provocar o perturbar a otros. Incluso pueden intentar formar parte de un grupo, donde se infiltran con la única intención de crear conflictos para su propia diversión. Según explica la profesora de psicología Evita March para The Conversation, «más de una cuarta parte de los norteamericanos han admitido tener este comportamiento en algún momento».
Según reconoce March, lo más preocupante es que este tipo de conductas de acoso online están demostrando tener resultados psicológicos muy similares al bullying: trastornos que van desde la depresión o baja autoestima a fobia social.
¿Cómo puedes distinguir a un troll? Los investigadores los han definido como un usuario de Internet que asume una identidad falsa, que después utilizan para intentar generar conflictos entre otras personas para su propia diversión.
El anonimato de Internet permite hoy en día que este nuevo modelo de sociópata campe a sus anchas por la Red, convirtiéndose esta en un patio de recreo personal en el que se deleitan humillando a sus víctimas, que la mayoría de las veces, ni conocen personalmente.
Existen algunas páginas web donde pueden denunciarse estos comportamientos y que luchan contra la mala baba de los haters, como anti-troll.org o cero Trollerance. Por desgracia, no han conseguido su objetivo.
Lo cierto es que sí. Para entender a los haters, hay que ser conscientes de que, en la mayoría de las ocasiones, se trata de gente con rasgos comunes de personalidad, «como el narcisismo, el egocentrismo, la psicopatía, el maquiavelismo y el sadismo. Son conocidos en psicología como la tétrada oscura«, explica March.
Un estudio realizado hace un par de años, observó que aquellas personas con niveles altos de sadismo, psicopatía o maquiavelismo, eran más propensos a convertirse en trolls de la Red, siendo el sadismo el indicativo más fuerte.
El repetido hasta el hartazgo «Don´t feed the trolls» es completamente válido para los científicos. Ignorar a un ególatra es un guantazo sin manos de lo más elegante (y satisfactorio, para que nos vamos a engañar). Tener una airada reacción solo aumenta su falsa sensación de poder, así que pasa ampliamente y piensa ¿realmente puede afectarme lo que un sociópata que ni me conoce me diga? Claro que no.
Además, no darles lo que buscan puede hacer desistir a muchos de esta actitud antisocial. Así que ya sabes:
[image id=»85062″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Fuente: theconversation.com
Redacción QUO
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