La novedosa técnica de edición genética CRISPR-Cas9 evolucionó en las bacterias como un sistema inmunológico para protegerlas contra las infecciones virales, pero los expertos han sabido adaptarla para que sea útil en casi cualquier organismo. Las posibilidades que esto presenta son de un enorme impacto en el futuro de la medicina ya que permitiría tratar directamente la mayoría de los trastornos genéticos.
Pero, como siempre, hay letra pequeña. En su mayor parte la tecnología aún no ha demostrado ser lo suficientemente precisa, provocando, ocasionalmente, ediciones no deseadas junto con las previstas. Algo que preocupa tanto a los especialistas como a expertos en ética.
En la búsqueda de una solución, un grupo de investigadores de la Universidad de California, San Francisco, han descubierto una forma de desactivar CRISPR, utilizando proteínas que, básicamente son anti-CRISPR. La técnica tiene el potencial de mejorar la seguridad y la precisión de las aplicaciones tanto en el área clínica como en investigación básica, facilitando un sistema a prueba de fallos para bloquear rápidamente cualquier uso potencialmente dañino de la tecnología.
El equipo responsable de este avance, liderado por Benjamin Rauch y Joseph Bondy-Denomy, especuló que debían existir bacterias en las que algún virus había desactivado el sistema CRISPR. Para descubrir si su hipótesis tenía alguna base, analizaron 300 cepas de Listeria, un género bacteriano famoso por su papel en las enfermedades transmitidas por los alimentos, y descubrieron que el 3% de las mismaseran capaces de bloquear la actividad de una proteína muy similar a SpyCas9, imprescindible en la técnica CRISPR.
«El siguiente paso – afirma Rauch – es demostrar, en células humanas, que el uso de estos inhibidores puede mejorar la precisión de la edición genética mediante la reducción de aquellos efectos involuntarios. También queremos entender exactamente cómo las proteínas inhibidoras logran bloquear CRISPR”.
El estudio ha sido publicado en Cell.
Juan Scaliter