La amenaza de la actividad humana para el equilibrio de bosques, agua, atmósfera, fauna… es hoy un hecho. Nos queda afinar causas y buscar remedios. Pero esa realidad no estaba tan clara hace cuarenta años. Dos de los principales responsables de su descubrimiento han sido hoy galardonados por ello con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación en su novena edición.
El jurado ha considerado que el estadounidense Gene Likens (Indiana, 1935) y el holandés Marten Scheffer (Amsterdam, 1958), de manera independiente, han “transformado nuestra comprensión de cómo las actividades humanas están cambiando la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas naturales”. Su trabajo ha aumentado la capacidad de la ciencia para estudiar y prever los cambios “graduales, abruptos y potencialmente irreversibles” que provoca la contaminación en el medio ambiente. Además, también nos han dotado de herramientas para luchar contra ellos.
Gene Likens descubrió con su grupo de trabajo la presencia de lluvia ácida en Norteamérica. Al cabo de diez años de investigar el fenómeno, probó que se debía al uso de combustibles fósiles. Eran los años 70 y sus conclusiones tuvieron un gran impacto tanto en la concienciación social sobre el problema, como en la formulación y aprobación de las primeras leyes concretas de protección medioambiental.
La mayor parte de los estudios de Likens han tenido como escenario el Bosque Experimental Hubbard Brook, en las Montañas Blancas de New Hampshire. Allí comenzó en 1963 un estudio multidisciplinar sobre los cambios en el ecosistema que dura todavía. Además de las conclusiones de los estudios, esta actividad ha aportado importantes herramientas para la recogida y análisis de datos en estudios a largo plazo.
Actualmente, Likens es catedrático Instituto Cary para el Estudio de los Ecosistemas (Millbrook, New York), un centro independiente de investigación que él mismo fundó.
Martin Scheffer, por su parte, definió el concepto de tipping point, el momento en el que el deterioro de un ecosistema desencadena una catástrofe tal, que no permite vuelta atrás. A menos que se realicen intervenciones extraordinarias. El propio Scheffer ha aportado ese tipo de soluciones. Tras hallar en la década de los 90 que los fertilizantes habían enturbiado las aguas de varios lagos europeos, demostró que se debía recurrir a una “terapia de choque”: sacar todos los peces. Ese tipo de medidas se han utilizado en diversos ecosistemas de todo el mundo. El ecólogo incluso abordó en 2005 los tipping points que amenazan al Parque Nacional de Doñana, y propuso como una de las estrategias necesarias la reducción de fertilizantes en los campos de fresas.
El científico holandés fundó el centro SparcS, donde estudia los mecanismos que proporcionan estabilidad y resiliencia (capacidad de desarrollarse a pesar de las adversidades) de los sistemas complejos. Se interesa por la interaacción entre el carbono de la atmósfera y la temperatura de la tierra, cómo surgen los patrones de similitud entre especies por razones evolutivas, el efecto de situaciones climáticas extremas sobre la dinámica de los bosques, pero también el colapso de sociedades antiguas o la inercia y el cambio en la opinión pública.
También dirige el Instituto Sudamericano para el Estudio de la Resiliencia y la Sostenibilidad (SARAS) y el grupo de Ecología Acuática y Calidad del Agua de la Universidad de Wageningen (Países Bajos). Como músico y compositor, toca el violín, la mandolina y la guitarra.
Pilar Gil Villar