Una de las lecciones más importantes sobre cómo afrontar el triunfo que nos ha legado el Imperio Romano se resume en una frase:memento mori (recuerda que vas a morir, en latín). Las dos palabras hacen referencia al ritual en el que un esclavo acompañaba a los generales victoriosos, durante el desfile que les recibía al regresar a Roma, entonando una letanía histórica:¡Mira detrás de ti, y recuerda que solo eres un hombre!, repetía el esclavo. El mensaje no ha perdido vigencia, como sabe la CEO de la compañía Mi legado digital, Judith Giner.
Su plataforma nació en 2012 para que las personas puedan gestionar lo que sucederá con su vida digital una vez ser extinga la biológica. Algunas aseguradoras ofrecen la herramienta en sus seguros de decesos y de accidentes para borrar información de internet, dar de baja cuentas bancarias, gestionar las redes sociales, custodiar la entrega de últimas voluntades… “Pero lo que vamos a empezar a hacer es prestar algunos servicios que las empresas científicas comienzan a ofrecer”, explica Giner a Quo, medio oficial del I Congreso Internacional de Longevidad y Criopreservación que ha organizado la Fundación VidaPlus.
Por eso ha viajado de a Alicante a Madrid, donde ha coincidido con estas empresas y los científicos que las inspiran. Algunos de los servicios que Giner se ha encontrado abarcan campos chocantes. Muy chocantes. Terrenos pantanosos como la criopreservación, una práctica que no está apoyada por la legislación española, por lo que la empresa solo ofrecerá asesoría.
Se trata de un proceso en el que se congela el cuerpo de una persona para que no se descomponga, mientras la ciencia avanza lo suficiente como para arreglar el problema que lo ha llevado a su sarcófago de hielo. “Si tienes un poquito de esperanza, por muy pequeña que sea, igual te da que te metan en una caja, que te incineren o que te introduzcan en el líquido que se utiliza en el proceso”, justifica Giner. Algo parecido piensa el responsable de Alcor, una de las pocas organizaciones del mundo que criopreservan cuerpos humanos, Max More.
More es consciente de las limitaciones de su propuesta. Al menos, de algunas de ellas. Sabe que el proceso de congelación hasta los 196ºC bajo cero es complicado, pero que lomás difícil es la descongelación, un empeño que admite que aún no es posible llevar a cabo. “Desde luego que no podemos hacer ese segundo paso, pero ahora se hace con otras células y con embriones, algo que había sido considerado ciencia ficción”, dice. “Y estamos a punto de poder hacerlo con un órgano entero”, añade.
“Creo que una de las razones por las que no tenemos más miembros –actualmente tienen 150- es que no hacemos promesas que no podemos mantener”, argumenta. “No garantizamos que vaya a funcionar, que vayas a volver totalmente intacto, que el mundo vaya a ser de una manera determinada cuando vuelvas”.
Según More, quienes se criopreservan pueden ser considerados pioneros con una mentalidad y un sentido de la aventura muy peculiares. Pero la aventura es todo lo contrario a lo que esperas de una compañía de seguros… Tampoco suele uno detenerse a considerar si prefiere que lo congelen enero o solo la cabeza, las dos opciones que ofrece la organización; aunque More piensa que la primera no tiene demasiado sentido: quien sea capaz de descongelar un cerebro será capaz de reconstruir un cuerpo entero.
Puede que la CEO de Mi legado digital encuentre una mejor respuesta en las empresas relacionadas con los tests genéticos y con los telómeros, los extremos de los cromosomas que suelen compararse con las piezas de plástico que impiden que se deshilachen los corones de los zapatos.
Suele decirse que los telómeros juegan un papel determinante en el envejecimiento y la longevidad, pero pocas personas explicarán por qué mejor que la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), María Blasco.
Hoy lo ha hecho en una ponencia alejada de las disertaciones de More y basada exclusivamente en investigaciones científicas. El acortamiento de los telómeros es solo una de las casusas del envejecimiento y de sus enfermedades asociadas, pero su investigación es de las más interesantes. El cáncer activa los telómeros para vivir indefinidamente, por eso los mecanismos que usa son objeto de estudio en el CNIO, en el grupo que dirige su directora.
Los frutos de su trabajo son muy numerosos. Pero basta decir que los ratones tratados con terapias experimentales han llegado a vivir entre un 13 y un 21 por ciento más, según los datos que ha presentado Blasco en su ponencia. La experimentación en humanos vulneraría la ética científica, lo que no impide que compañías como la spin-off del CNIO Life Length puedan calcular la longitud de los telómeros. Así que quizá no sea un servicio que interese en un seguro actualmente, pero es muy posible que la información sea muy valiosa en un futuro. Igual deberías pensando en hacerte un seguro contra el acortamiento de los telómeros… o no.
Andrés Masa Negreira