La vara de oro alta (Solidago altissima) ha desarrollado una estrategia sumamente eficaz para reducir notablemente los ataques de la mosca Eurosta solidaginis, un insecto que se alimenta de forma exclusiva de ella.
“Hemos descubierto otra arma en el arsenal de defensas que las plantas podrían emplear contra sus atacantes herbívoros, en este caso escuchando una señal química muy específica de un herbívoro para detectar su presencia y prepararse para futuros ataques”, afirma Anjel Helms, líder del estudio publicado en Nature, en un comunicado.
De acuerdo con Helms, las moscas machos de esta especie emiten una mezcla de productos químicos que resultan atractivos para las hembras. Una vez que estas llegan y los huevos son fertilizados, las hembras los depositan dentro del tallo de la planta. Después que los huevos eclosionan, las larvas comienzan a alimentarsedel tejido dentro del tallo. Se cree que los productos químicos en la saliva de las larvas causan que la planta crezca anormalmente y forme una envoltura protectora de tejido vegetal, alrededor de las mismas.
“Las moscas reducen notablemente la aptitud de la planta al disminuir el número y el tamaño de semillas que produce – explica John Tooker, coautor del estudio –. Eso se debe a que cuando los tejidos de la planta son dañados por el insecto, la planta desvía su energía de la producción de la semilla y hacia la producción de la envoltura”.
Helms y sus colegas descubrieron que las varas de oro expuestas a los productos químicos de las moscas machos, producían mayores cantidades de un químico de defensa conocido como ácido jasmónico cuando eran atacadas por herbívoros. Pero, ¿cuan sensibles son a estos compuestos?
“Encontramos que las varas de oro son capaces de detectar incluso pequeñas concentraciones de este compuesto – concluye Tooker –. Esto es importante porque probablemente significa que la planta tiene un mecanismo dedicado exclusivamente a percibir este compuesto. Los resultados proporcionan pruebas de que la vara de oro puede detectar un solo compuesto de la mosca, lo que apoya la idea de que hay una estrecha relación coevolutiva entre ambos. En otras palabras, así como la mosca se ha adaptado para aprovecharse de la planta, esta se ha adaptado para protegerse de la mosca”.
Juan Scaliter
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