Hace poco conocíamos que Urano huele a pedo. Y, recientemente, gracias a la misión Juno de la NASA, sabemos también a qué huele Júpiter: a pis. Más concretamente a amoníaco. ¿Cómo hemos llegado a conocer su olor? Gracias a la sonda desplegada en la misión, que evalúa todo lo que encuentra a su paso.

Según explican los investigadores en Science and Geophysical Research Letters, «los datos nos están mostrando que el planeta es más complejo de lo que pensábamos». Al parecer, en sus polos tienen lugar ciclones y tormentas monstruosas. Y no es lo único que les ha sorprendido: su campo gravitatorio es completamente distinto a lo que creían hasta ahora, el campo magnético es dos veces más fuerte de lo que se había calculado y la forma en la que se producen las auroras, es completamente distinta a la de nuestro planeta.

De momento la sonda solo ha tenido un par de acercamientos al planeta gigante, por lo que es pronto para sacar conclusiones. Lo que los científicos sí aseguran es que están sorprendidos, ya que la estructura del planeta es mucho más compleja de lo que se pensaba.

Fuente: washingtonpost.com

Rafael Mingorance