Las larvas de abejas se convierten en obreras, en parte porque su dieta de polen y miel es rica en moléculas reguladoras llamadas microARNs (su función es regular la expresión de ciertos genes), que retrasan el desarrollo y mantienen inactivos sus ovarios.
Así lo afirma un reciente estudio publicado en PLOS Genetics y liderado por Xi Chen, de la Universidad de Nanjing en China.
Durante mucho tiempo, los científicos han reconocido la importancia de la dieta en el complejo proceso que determina si una larva de abeja se convertirá en una obrero o una reina. Mientras las primeras consumen principalmente miel y polen, las reinas recurren a la jalea real secretada por las glándulas de otras abejas. Una de las diferencias es que la miel y el polen contienen niveles mucho más altos de microARNs que la jalea real. Eso fue lo que impulsó al equipo de Chen a investigar si estas moléculas podrían afectar el desarrollo de las abejas y determinar las castas.
Para ello criaron larvas de abejas con la misma alimentación que tendrían en estado salvaje. Los resultados mostraron que la mayor presencia de microARNs producía un desarrollo más lento, un cuerpo más pequeño y ovarios no funcionales. Los expertos comprobaron si este efecto también podía observarse en las larvas de la mosca de la fruta, aunque no se trate de insectos sociales.
De acuerdo con los autores, el estudio demuestra que hay mucho más que la jalea real detrás de las castas en las abejas. Se trata de un importante ejemplo del efecto de los microARNs y cómo estas interacciones pueden afectar el desarrollo y la evolución de una especie.
Juan Scaliter
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