En 2016, los agricultores de todo el mundo plantaron más de 98 millones de hectáreas (casi el doble del tamaño de España) de maíz, algodón y soja genéticamente modificados para producir proteínas de la bacteria Bacillus thuringiensis, o Bt. Estas proteínas matan algunas plagas comoorugas o escarabajos, pero son inofensivas para las personas y se lo considera ecológico. Si bien los agricultores orgánicos llevan utilizándolas desde hace más de dos décadas, algunos científicos temen que su uso generalizado podría estimular una evolución rápida de la resistencia de las mencionadas plagas.
Para resolver esto, un grupo de expertos de la Universidad de Arizona, liderados pos Bruce Tabashnik e Yves Carriere analizaron los datos globales sobre el uso de cultivos Bt y las respuestas de las plagas. Los resultados, publicados en Nature Biotechnology, hablan de un aumento de la resistencia.
«Cuando los cultivos Bt – explica Tabashnik en un comunicado – se comenzaron a utilizar por primera vez en 1996, nadie sabía cuán rápido se adaptarían las plagas. Ahora tenemos un total acumulado de más de 8 millones de kilómetros cuadrados de estos cultivos, lo que nos permite construir una comprensión científica de cómo y cuán rápido se adaptan las plagas y porqué”.
El equipo de Tabashnik analizó los datos publicados de 36 casos en 10 países en todos los continentes, excepto en la Antártida y descubrieron que se redujo sustancialmente la eficacia de los cultivos Bt en el campo en 16 casos a partir de 2016, en comparación con sólo tres de estos casos en 2005. En estos 16 casos, las plagas evolucionaron resistencia en un tiempo promedio de poco más de cinco años. Según el estudio, tanto los mejores como los peores resultados, apoyan las predicciones de los principios evolutivos.
Nuestros modelos informáticos – concluye Carriere – muestran que las plantas refugio (aquellas que se sitúan entre cultivos GMO para retrasar la evolución de las plagas) funcionan. Tal vez la evidencia más convincente proviene del gusano rosado (Pectinophora gossypiella), que evolucionó rápidamente a la resistencia al algodón Bt en la India, sin plantas refugio, pero no en los Estados Unidos, donde sí se utilizan”.
Un desarrollo alentador es la reciente comercialización de cultivos biotecnológicos que producen un nuevo tipo de proteína Bt llamada proteína vegetal insecticida, o Vip. Todas las otras proteínas Bt en cultivos genéticamente modificados están en otro grupo, llamado proteínas cristalinas, o Cry. Debido a que estos dos grupos de proteínas Bt son tan diferentes, la resistencia cruzada entre ellos es baja o nula, según los autores del estudio, cuyo título es Insect Resistance to Transgenic Crops: Second Decade Surge and Future Prospects.
Juan Scaliter