Dependiendo en qué lugar del planeta nos encontremos, la primavera puede llegar hasta dos semanas antes. Así lo afirma un estudio realizado por expertos de la Universidad de California, Davis.
El estudio, publicado en Scientific Reports, encontró que por cada 10 grados al norte del ecuador que se mueve, la primavera llega unos cuatro días antes de lo que ocurría hace una década. Este aumento hacia el norte en la tasa de avance de la primavera es aproximadamente tres veces mayor que lo que los estudios previos han indicado.
Los investigadores analizaron 743 estimaciones previamente publicadas de la tasa de avance primaveral de estudios que abarcan 86 años en todo el hemisferio norte, así como las tasas de calentamiento de la primavera en el mismo rango de años y latitud. Incluso después de tener en cuenta las diferencias en la duración, el tiempo y la ubicación de los estudios previos, la relación entre las primaveras anteriores y las latitudes más altas fue fuerte.
Por ejemplo, en latitudes medias a medias como el norte de África, el estudio sugiere que la primavera podría estar llegando apenas un día antes que hace una década. Más al norte, en el Cantábrico, podría llegar cuatro días antes. Y si estuviéramos en el Ártico, podría llegar hasta 16 días antes.
«Este estudio verifica observaciones que han estado circulando en la comunidad científica y en informes durante años – explica Eric Post, líder del estudio, en un comunicado –. Sí, la primavera está llegando antes y el Ártico está experimentando mayores avances de la primavera que las latitudes más bajas. Lo que nuestro estudio agrega es que conectamos esas diferencias con un calentamiento más rápido de la primavera en latitudes más altas”.
La primavera proporciona señales biológicas importantes para muchas especies de plantas y animales, y no está claro cómo podría afectarles. El estudio afirma que el impactos en las aves migratorias son una preocupación potencial. Muchas aves se trasladan de zonas tropicales a latitudes más altas, como el Ártico, para reproducirse.
“Sean cuales sean las señales de las que dependen para moverse hacia el norte – añade Post – podrían no coincidir con la disponibilidad de alimentos una vez que lleguen allí si el comienzo de la primavera en estas latitudes más altas aumenta por el calentamiento futuro. El florecimiento anticipado de plantas y la llegada de los insectos que comerán estas aves cuando regresen se está produciendo más rápido que los cambios en las latitudes más bajas de las que parten las aves”.
Juan Scaliter
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