Los tratamientos que usan antibióticos deberían detenerse tan pronto como sea posible para evitar que los pacientes pasen el «punto de inflexión”, el momento en el que se vuelven resistentes a sus efectos. Esa es la conclusión de un equipo de investigadores, liderado por Robert Beardmore, que ha descubierto nuevas pruebas que sugieren que la reducción de la duración del tratamiento con antibióticos disminuye el riesgo de resistencia.
La resistencia a los antibióticos se produce cuando los microbios desarrollan la capacidad de derrotar a los fármacos diseñados para matarlos, por lo que se multiplican sin obstáculos. Los antibióticos son el tratamiento más efectivo para una gran variedad de infecciones microbianas, incluyendo la faringitis estreptocócica y la neumonía.
Para el estudio, los investigadores examinaron cómo las comunidades microbianas reaccionaron a diferentes patrones de ciclos de antibióticos. Los resultados, publicados en Nature Ecology & Evolution, mostraron que los cambios en la duración y dosis de los antibióticos utilizados y en los niveles de azúcar (que imita los niveles variables de azúcar en pacientes) podrían empujar a estas comunidades microbianas más allá de un punto de inflexión, creando un cambio irreversible para volverse resistentes a los medicamentos.
Los investigadores insisten en que este nuevo estudio demuestra que las especies resistentes pueden aumentar dentro del cuerpo incluso después de que se retira un antibiótico, si un punto de inflexión fue traspasado involuntariamente durante el tratamiento.
“Es un lógico pensar que, cuando se abandona el uso de un antibiótico, la resistencia también desaparece – explica Beardmore en un comunicado –, pero nos preguntamos qué tipos de tratamientos con antibióticos no se comportan así. Nuestro estudio demuestra que en algunos casos la resistencia no desapareció cuando lo hizo el antibiótico”.
La investigación abre las posibilidades de nuevos estudios para comprender cuándo sería el mejor momento para detener el tratamiento con antibióticos y así evitar que se produzca la resistencia.
“Nuestro cuerpo es una nave para las comunidades microbianas – añade la coautoraIvana Gudelj –, pero aún debemos comprender la resistencia a los medicamentos mediante el estudio de cada una de las especies microbianas. Los microbios tienen relaciones complejas y los fármacos las complican aún más”.
Juan Scaliter
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