La historia comienza cuatro años atrás, en un bucólico paisaje francés, en el pueblo de L’Isle-en-Dodon, a unos 70 kilómetros al suroeste de Toulouse. Allí un granjero estaba trabajando en sus tierras cuando se encontró con el cráneo de algo que se parecía mucho a un elefante, pero indudablemente no era uno. Y era muy antiguo.
Con pocas ganas de que sus tierras se llenaran de curiosos, prensa y paleontólogos, mantuvo el hallazgo en secreto durante una larga temporada. Hasta que, finalmente, el año pasado, se comunicó con el Museo de Historia Natural de Toulouse y les dio aviso.
Desconfiados los expertos acudieron al lugar y se encontraron con el primer cráneo de un mastodonte pirenaico, el Gomphotherium pyrenaicum. Se trata, según el director del museo, Francis Duranthon, de “una especie de elefante con cuatro colmillos que miden alrededor de 80 centímetros, dos en la mandíbula superior y dos en la mandíbula inferior. Ahora tenemos un cráneo completo que nos permitirá obtener una imagen más clara de la anatomía de esta especie. Le estamos poniendo cara a una especie que se había vuelto casi mítica”.
Antes de este hallazgo, la única evidencia de herbívoros gigantes habían vagado por la zona hace millones de años eran cuatro dientes encontrados en la misma región en 1857.
El cráneo ha sido desenterrado y llevado a un laboratorio parcialmente encerrado en roca.
«Ahora tenemos que eliminar, centímetro a centímetro, la roca y la tierra para revelar el resto del cráneo conclute Duranthon –, un trabajo que se completará dentro de seis a nueve meses”.
Juan Scaliter
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