Un grupo de investigadores, liderados por Kendall Jones, han completado el primer análisis sistemático de las zonas salvajes marinas (con un impacto humano bajo) de todo el mundo. Y lo que encontraron no es alentador; solo una pequeña fracción, alrededor del 13% de los océanos entran en esta categoría. Los resultados se han publicado en Current Biology.
Las regiones están distribuidas de modo desigual y se encuentra principalmente en el Ártico, en la Antártida o en remotas islas del Pacífico. En las regiones costeras, casi no existen.
«Nos sorprendió lo poco que queda de este tipo de áreas – explica Jones –. Los océanos cubren más del 70% por ciento de nuestro planeta, pero hemos logrado afectar significativamente a casi todo este vasto ecosistema”.
En tierra, el rápido declive de las regiones más agrestes han sido bien documentadas, pero se sabía muy poco sobre las zonas oceánicas y resultan cruciales para la biodiversidad marina.
El equipo de Jones utilizó datos globales vinculados a pesca, buques comerciales, vertidos…en total 19 agentes estresantes provocados por humanos y evaluaron su impacto acumulativo. Los resultados mostraron que más de 16 millones de kilómetros cuadrados de áreas silvestres se encuentran en el Pacífico, representando el 8.6 por ciento del océano, pero en la zona templada del sur de África, quedan menos de 2.000 kilómetros cuadrados de áreas marinas vírgenes: menos del 1% del océano.
El estudio también muestra que menos del 5% está actualmente protegido, sobre todo áreas de alta biodiversidad como los arrecifes de coral.
«Esto significa que la gran mayoría de las áreas silvestres marinas – concluye Jones – podrían perderse en cualquier momento, ya que las mejoras en la tecnología nos permiten pescar más profundamente. En algunos lugares que antes estaban protegidos por capas de hielo, el clima ha hecho que ahora sí se pueda pescar y han comenzado a deteriorarlos”.
Los hallazgos destacan una necesidad de acción urgente para proteger lo que queda de estas regiones marinas, un esfuerzo que requiere acuerdos ambientales internacionales.
Juan Scaliter