Saltas y la gravedad te trae de nuevo a la Tierra. Pues entonces todo está clarísimo: la gravedad se comporta del modo en que Newton pensaba, como una fuerza que afecta y cambia el movimiento. Eso es, al menos, lo que parecía hasta que apareció Einstein.
Su teoría general de la relatividad nos dice que la gravedad no es tan sencilla. La relatividad general provee de un marco dentro del cual las leyes de la física parecen las mismas para todo el mundo en cada momento, sin tener en cuenta cómo se están moviendo las cosas. Einstein lo consiguió convirtiendo la gravedad en una propiedad del Universo, y no de los cuerpos.
La relatividad general describe la gravedad como geometría. El tejido del Universo –las cuatro dimensiones del espacio y el tiempo— está lleno de grumos y baches creados por la presencia de masa y energía. Estas curvaturas son inevitables; cuando cualquier cosa, ya seas tú, yo, una pizca de polvo interestelar o un fotón de luz, intenta viajar a través del Universo siguiendo una línea recta, en realidad sigue una trayectoria que se curva ante la masa y la energía de los cuerpos que estén cerca de ella.
El resultado de esta curvatura es lo que llamamos gravedad. De ese modo, la gravedad no es lo que un cuerpo hace directamente a otro, sino más bien lo que la masa de un cuerpo hace al Universo circundante. Lo malo es que todavía no sabemos cómo las propiedades fundamentales y cuánticas de la masa, la energía y el espacio-tiempo, se combinan para crear ese fenómeno.
Redacción QUO