Escrito por Florian Freistetter, doctor en Astronomía por la Universidad de Viena, Historia del Universo en 100 estrellas es una obra perfecta para los amantes de la astronomía y de los relatos
En Historia del Universo en 100 estrellas (Ed. Ariel), Florian Freistetter narra en pequeños capítulos relatos perfectos para leer en voz alta estas noches de verano, mirando al cielo. Cuenta la historia de 100 estrellas: La historia de Némesis, compañera invisible del Sol; S0-102, una estrella al borde del abismo o la de Eta Carinae, cuya luminosidad supera en cinco millones la del Sol y se encuentra al final de su vida.
Incluimos aquí uno de los capítulos del libro en el que relata la historia de Merak, una de las seis luminosas estrellas del Carro Mayor.
Capítulo de Historia del Universo en 100 estrellas:
Merak: El Carro Mayor en un cúmulo de osas
Merak es una de las seis brillantes estrellas del Carro Mayor, un conjunto de estrellas que casi todo el mundo es capaz de identificar en el firmamento. Muchos creen que lo que han visto es una constelación, pero el Carro Mayor es en realidad un asterismo, es decir, un grupo de estrellas destacado, a las que las personas han otorgado cierta importancia al margen de las constelaciones oficiales. Desde que miraron al cielo de manera consciente por primera vez y vieron las estrellas, los seres humanos las han agrupado creando figuras y han tejido mitos con ellas. Las historias se podían diferenciar dependiendo de la época y el lugar del mundo, y tampoco las estrellas en torno a las que giraban las narraciones eran siempre las mismas.
Solo existen constelaciones de manera oficial y vinculante para todo el mundo desde que en 1928 la Unión Astronómica Internacional dividió la bóveda celeste en ochenta y ocho regiones claramente delimitadas, que hoy conocemos como constela-ciones. De este modo, Merak y las otras seis estrellas que constituyen el Carro Mayor forman parte de la constelación de la Osa Mayor, pero no son una constelación en sí.
Lo mismo sucede, por ejemplo, con el destacado grupo de estrellas de las Pléyades: un asterismo que en la actualidad pertenece a la constelación de Tauro. Algunos asterismos sobrepasan las fronteras de las constelaciones: Deneb en el Cisne, Vega en la Lira y Altair en el Águila forman el llamado triángulo de verano, que —su nombre no deja mucho lugar a la sorpresa— puede verse muy bien en el hemisferio boreal de la Tierra sobre todo en verano. Sin embargo, las personas creativas son capaces de ver mu-cho más. En la constelación de Sagitario, por ejemplo, una Tetera; en la de la Zorra, una Percha (si bien solo con ayuda de un telescopio o de prismáticos); la Cascada de Kemble, una línea de veinte estrellas, en la constelación de la Jirafa; o una Mosca en la de Aries. Y quien dé rienda suelta a su fantasía, seguro que encontrará más figuras en el firmamento.
En cierto modo Merak incluso forma parte de otro astrismo. Junto con Dubhe constituye la parte delantera del Carro Mayor y a estas dos estrellas a veces se las llama las apuntadoras, porque si trazamos una línea recta entre ellas y la alargamos unas cinco veces en el cielo se llega directa-mente a la estrella polar, que indica el norte.
Pero Merak también tiene algo que ofrecer desde el punto de vista astronómico. Se trata de una gigante grande y caliente, cuya masa es el doble que la del Sol y su tamaño el triple que el de nuestro astro. Su temperatura es superior a este en casi 5.000 grados; y su luminosidad, setenta veces mayor. Junto con casi todas las demás brillantes estrellas del Carro Mayor y la Osa Mayor forma parte del llamado grupo de las osas.
Se trata de un cúmulo móvil, es decir, un grupo de estrellas que, vistas desde nuestro planeta, se mueven todas en idéntica dirección. Esto se debe a que, en efecto, también tienen un mismo origen. Hace unos 300 millones de años nacieron de una enorme nube de gas. Este cúmulo de estrellas se fue dispersando poco a poco mientras se movía por la Vía Láctea.
Aunque las estrellas siguen aproximadamente la misma dirección de antes, unas lo hacen un poco más deprisa y otras un poco más despacio. Y si no nos parece que las estrellas del grupo de las osas formen parte de un grupo, sino que se encuentran separadas en el cielo, es por la distancia (aun así, relativamente escasa) que media entre ellas: en la actualidad, el centro del cúmulo se sitúa a unos 80 años luz de nosotros y Merak un poco más cerca incluso, con sus 79 años luz de distancia.
Pero pasará mucho tiempo aún hasta que el cúmulo de las osas esté tan disperso que el Carro Mayor ya no nos resulte reconocible y Merak y Dubhe no sirvan de indicadores del norte. Si en ese futuro lejano las personas siguen mirando al firmamento, sin duda verán otras figuras que les inspirarán nuevas historias.
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