Los investigadores estudian la superficie de Venus para explicar la singular tectónica del planeta que será el próximo objetivo de la exploración espacial después de Marte
Venus será el próximo objetivo de la exploración espacial una vez que la humanidad haya puesto el pie sobre Marte. Pero todavía hay muchas cosas que se desconocen sobre Venus, entre ellas cómo funciona su superficie.
Venus tiene un tamaño similar al de la Tierra, pero ahí se acaban los parecidos con nuestro planeta. En Venus llueve ácido sulfúrico, las corrientes de viento sobrepasan la velocidad del sonido y su atmósfera está compuesta casi exclusivamente por dióxido de carbono. Las condiciones de Venus hacen que sea imposible que se formen mares, lo que provoca que su geología sea radicalmente distinta.
La corteza original terrestre, como la que podemos ver en Canadá, y la corteza original de Venus posiblemente fuesen muy parecidas. Pero la aparición de los océanos en la Tierra hizo que la primera capa de nuestro planeta acabase muy diferenciada entre corteza oceánica y corteza continental. En cambio, la superficie de Venus es mucho más homogénea.
La corteza venusiana se encuentra fragmentada en forma de pequeñas plataformas tectónicas con distintas formas y tamaños. Un nuevo estudio demuestra que estas plataformas no son estáticas y que, al igual que en nuestro planeta, la corteza venusiana se mueve.
La corteza planetaria que se desliza como hielo sobre agua
Los fragmentos de la corteza en Venus se desplazan como las placas de hielo sobre agua en el Ártico, empujándose los unos a los otros hasta llegar a deformarse, creando placas alargadas, cordilleras o enormes surcos, pero no se sabe si las placas se deslizan unas debajo de otras como ocurre en la Tierra.
Los científicos sospechan que este movimiento de la corteza se debe a que el manto de Venus se mueve, al igual que el nuestro, provocando que las placas sobre él se desplacen y choquen entre sí. Estos movimientos podrían crear terremotos y volcanes activos, como forma de liberar todo el calor interno del planeta, pero no existen evidencias que prueben este tipo de actividad en Venus.
En la Tierra existen 14 placas tectónicas, mientras que en Venus han identificado hasta 58 fragmentos de corteza diferenciados y el equipo piensa que esta estimación posiblemente sea muy baja. Conocer más sobre la formación y evolución de estas “mini placas tectónicas” podría ser clave para conocer cómo se comporta y de que está hecho el interior de Venus.
Los científicos han tenido que estudiar a Venus con datos de hace décadas y analizando fotografías de baja resolución, pero esto cambiará pronto. Con las misiones de la NASA a Venus en 2030 esperan poder averiguar más sobre el planeta vecino de la Tierra, descubrir cómo funciona su interior y averiguar si existen volcanes activos sobre su superficie.
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