El hipotético y misterioso Planeta 9 ha dejado de ser tan misterioso, un nuevo análisis de infrarrojo confirma que seguramente no exista
En este momento de la historia de la humanidad tenemos una idea bastante clara de lo que hay en nuestro sistema solar, y también de lo que no hay. Por ejemplo, sabemos que no hay ningún planeta del tamaño de Marte orbitando entre Júpiter y Saturno, ni tampoco una enana marrón que se dirige hacia la Tierra para destruirla.
La gravedad no es fácil de ocultar, y cualquier cosa grande y bastante cercana al Sol sería fácilmente detectada por nuestros instrumentos. Sin embargo, descartar la existencia de un mundo más pequeño y distante, como el hipotético Planeta 9 (o lo que sería el Planeta 10 si la cuestión de Plutón cambia de sentido).
Pero en realidad, las probabilidades de que exista un planeta así son bastante pocas, y un estudio reciente lo considera aún menos probable.
Muchos astrónomos se han preguntado por la existencia de planetas que pudieran esconderse en los límites de nuestro sistema solar, sobre todo cuando la potencia de nuestros telescopios era bastante limitada. Pero cuando los grandes telescopios modernos empezaron a escudriñar los cielos no encontraron nada más allá de pequeños mundos del tamaño de un asteroide. Sin embargo, algunas de las órbitas de estos nuevos cuerpos estaban agrupadas de una forma estadísticamente extraña, como si estuvieran siendo perturbadas gravitatoriamente por un objeto mayor.
De aquí surge la explicación del «Planeta 9», que tendría una masa cinco veces mayor que la Tierra y una distancia orbital entre unos cientos y mil unidades astronómicas (distancia entre la Tierra y el Sol). En otras palabras, lo suficientemente pequeño y distante como para que los telescopios lo pasaran por alto, teniendo en cuenta que los planetas no tienen luz propia.
Naturalmente, esto motivó a la gente a buscar el misterioso Planeta 9, pero no es tarea fácil. A esas distancias del sol, la luz reflejada es demasiado ténue, y sería necesario encontrarlo su débil brillo infrarrojo. Sin embargo, con una masa de sólo cinco veces la de la Tierra, tampoco emitiría mucho calor. Para colmo, un planeta tan lejano orbitaría muy lentamente, de modo que en una sola serie de observaciones no se notaría su movimiento.
Aquí es donde entra este nuevo estudio. Para buscar planetas lejanos, el equipo de astrónomos utilizó dos estudios del cielo infrarrojo, uno del Satélite Astronómico Infrarrojo (IRAS) y otro del telescopio espacial AKARI.
No son planetas, son nubes de polvo
Los dos sondeos se realizaron con más de veinte años de diferencia, lo que daba a cualquier hipotético planeta tiempo suficiente para desplazarse a una parte ligeramente diferente del cielo. Asumieron que los planetas distantes estarían bastante cerca del plano ecuatorial, y luego revisaron los datos tomando nota de los planetas potenciales.
Sorprendentemente, encontraron más de 500 candidatos. Basándose en la distribución de energía de sus espectros, la mayoría de estos candidatos tenían distancias orbitales inferiores a 1.000 UA, y masas inferiores a Neptuno, que es exactamente el rango esperado para el Planeta 9.
Pero no hay que emocionarse demasiado. Cuando el equipo examinó las firmas infrarrojas a mano, descubrió que ninguna de ellas era convincente. La mayoría de ellas tendían a estar dentro o cerca de una débil nebulosa de flujo integrado, también conocida como cirro galáctico. Se trata de nubes difusas de gas interestelar que no se ven fácilmente en longitudes de onda visibles, y que emiten luz infrarroja.
Así que resulta que estos candidatos no son planetas, sino los ecos de una tenue nebulosa. Lo que prácticamente descarta al Planeta 9. Las esperanzas de otro planeta se pierden por las nubes.
REFERENCIA
Searching for giant planets in the outer Solar System with far-infrared all-sky surveys