Un nuevo dinosaurio para la colección, el “Eodromaeus” (el corredor del alba). Fue un pequeño depredador muy rápido, gracias a sus dos patas, que vivió hace 230 millones de años, en el periodo triásico. Así lo da a conocer un artículo publicado en la revista Science.
Sus descubridores, un equipo de científicos argentinos y estadounidenses liderados por Ricardo Martínez, de la Universidad Nacional de San Juan (Argentina) han hallado los fósiles en la formación Ischigualasto, en la falda de los Andes, al noreste de Argentina, una zona que ha producido otros importantes fósiles de dinosaurios.
Los investigadores han llegado a la conclusión de que es similar en cierto modo a sus contemporáneos, los Eoraptors. También muestra diferencias significativas que arrojan luz sobre la evolución temprana de los dinosaurios, un tiempo del que se sabe relativamente poco.
Después de comparar los dos dinosaurios, el equipo de Ricardo Martínez señala que el Eodromaeus es un antepasado del linaje de los terópodos, que incluye a los dinosaurios depredadores. Al Eoraptor generalmente se le considera un terópodo, por lo que es en realidad un antepasado en el linaje de los saurópodos, que incluye a los gigantes herbívoros de cuello largo.
En esta reconstrucción, se reflejan los principales rasgos del Eodromaeus, que suponen una fase primitiva en la evolución del linaje de los dinosaurios denominados terópodos, hace unos 230 millones de años. (Foto de Mike Hettwer).
El científico y el dinosaurio
Paul Sereno, paleontólogo de la Universidad de Chicago, uno de los descubridores del Eodromaeus. El hallazgo ha sido posible gracias al trabajo de años de excavaciones en Argentina. (Foto de Mike Hettwer).
El esqueleto de un depredador
Con sus dientes en forma de sable y sus garras, el Eodromaeus fue un depredador de pequeños animales y de crías de algunos más grandes. Se conocen casi todos sus huesos, por lo que se ha podido hacer esta reconstrucción utilizando réplicas de los huesos originales. (Foto de Mike Hettwer).
El delicado cráneo del Eodromaeus, que deja entrever sus afilados dientes, en manos de Paul Sereno. El cráneo es una composición a partir de réplicas de huesos. (Foto de Mike Hettwer).
El Eodromaeus pesaba solo entre cuatro kilos y medio y siete kilos. Desde la punta de su cola hasta el morro le separaba una distancia de unos 120 centímetros. (Ilustración de Todd Marshall).
La zona del hallazgo, el Valle de la Luna
Imágenes del Valle de la Luna, al noroeste de Argentina, lugar donde se llevan a cabo las excavaciones que han descubierto al Eodromaeus. (Foto de Ricardo Martínez).