Uno de los mayores misterios de la biología es cómo, a partir de una única célula, con una secuencia de ADN, también única, se forman nuestros órganos y tejidos. Y aunque cada vez se sabe más de este proceso, aún estamos lejos de conocer todo el proceso que determina cada tipo celular.
Por si esto fuera poco hay, a lo largo de la vida, diferentes factores que modifican el genoma y construyen su DNI o lo que llamamos epigenoma. Estudiar tanto los factores que producen los cambios, como las modificaciones es indispensable para el desarrollo de nuevas formas de diagnóstico y tratamiento en diferentes enfermedades.
Hoy, el Consorcio Internacional para el Estudio del Epigenoma Humano (IHEC, por sus siglas en inglés) publica de forma simultánea 41 artículos científicos en el marco del mayor proyecto europeo sobre epigenoma: Blueprint.
Para comprender la importancia hablamos con Enrique Carillo, del grupo de Biología Estructural y Biocomputación del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), liderado por Alfonso Valencia.
“Es como tener el Quijote escrito, pero sin comas, sin puntos, todo seguido – explica Carrillo en conversación telefónica –. Eso es lo que nos dio el Proyecto Genoma Humano, pero nos faltaban las instrucciones, las reglas para leerlo. Gracias a este nuevo trabajo podremos comenzar a entender mejor cómo funciona el epigenoma humano. Y la consecuencia es conocer cómo afecta por ejemplo el tabaco a las células para que se transformen en malignos. La primera parte es de comprensión y la segunda es de aplicabilidad. Sobre todo ahora con las técnicas de edición genética como CRISPR. En cierto sentido tendríamos una biblioteca universal accesible de cómo responde nuestro cuerpo y editarlo. Hasta ahora de nada nos servía tener CRISPR si no sabíamos qué editar”.
Todos los datos generados, aproximadamente 5.000 TB de información (cerca de 1.250.000 de películas de dos horas), estarán disponibles para la comunidad científica a través de Blueprint Data Analysis Portal. “Eso es importante porque el 90% de los laboratorios del mundo no tendrían recursos para producir un conjunto de datos de esta magnitud – continúa Carrillo –. Hemos recorrido muchísimo camino, pero aún no sabemos cuánto nos queda. No sabemos cuánto es lo que no hemos descubierto. Pero a partir de ahora la cantidad de datos crecerá de forma exponencial al estar disponibles para todo el mundo y así llegar a descifrar uno de los mayores enigmas de la ciencia”.
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