De bares y clínicas dentales vamos bien servidos en España. Una tasca por cada 175 habitantes y un dentista por cada 1.200. ¿Buen síntoma? Si nos atenemos al estado de nuestras bocas, claramente, no. La densidad de odontólogos (que ha aumentado un 77 % desde 2000) no se traduce en unos dientes más sanos ni más relucientes. Somos el quinto país en Europa que menos frecuenta al dentista y en un 15 % de los hogares ningún miembro acude regularmente. Cuando se nos pregunta, alegamos “no sentir ninguna necesidad” o “una cuestión económica”, según una encuesta del Consejo General de Dentistas de España. No es igual revolverse el bolsillo para pagar en la barra del bar que negociar la forma de financiar un arreglo bucal. Como consecuencia, los datos que arroja este sondeo no dejan de ser demoledores: la caries afecta casi al 100 % de los españoles adultos; uno de cada cuatro ha sufrido dolor dental en el último año y ocho millones padecen enfermedad periodontal. En definitiva, somos el país del sur de Europa con mayor incidencia de trastornos bucodentales.
Los humanos del Paleolítico no padecían caries, a pesar de la falta de higiene
¿Cómo se explica esta paradoja? Según la OMS, con un dentista por cada 3.500 habitantes sería suficiente. “Esa cifra en España la hemos pulverizado hace muchos años”, dice Alberto Sicilia, profesor de Periodoncia en la Universidad de Oviedo y presidente de la European Association for Osseointegration (EAO), y añade que, desde un punto de vista sanitario, “tan malo es pecar por exceso como por defecto”. Y aún puede ser peor, porque cada año se gradúan unos 1.750 nuevos profesionales. “La plétora profesional nunca trae calidad, sino un mercantilismo salvaje donde el paciente y la ética son reemplazados por el cliente y el marketing de producto. La odontología es una profesión sanitaria con tratamientos muy minuciosos cuya durabilidad depende de que se realicen con precisión micrométrica. Debe ser ejercida desde el cariño y el sosiego, no desde el estrés productivo de no llegar a objetivos”.
El presidente de la EAO se muestra crítico con muchas de esas clínicas actuales de consumo, cadenas y franquicias, en las que el propietario es un fondo de inversión cambiante. “No se dan las condiciones mínimas para realizar un trabajo de calidad. El resultado es una gran cantidad de restauraciones que darán complicaciones, y generarán un coste adicional elevado y problemas sanitarios”.
¿Una nueva burbuja?
El sector dental se ha convertido en uno de los negocios más pujantes de Europa. Se han abierto facultades y escuelas privadas indiscriminadamente, según el Consejo de Dentistas. Y donde antes había una inmobiliaria, podría decirse que ahora se encuentra una clínica dental, a veces con anuncios tan engañosos como “implantes a 250 euros”. “Una falsedad”, denuncia el Consejo de Dentistas. La Federación de Consumidores en Acción (FACUA) ha detectado diferencias de hasta el 433 % en las tarifas de 167 clínicas dentales de 17 ciudades españolas. ¿Podría explotar también en este sector una burbuja? “Ya está pasando –responde Sicilia– que algunas cadenas quiebran y dejan a pacientes abandonados con tratamientos ya pagados sin realizar o hechos en muy malas condiciones. Lamentablemente, cuando una de estas compañías se hunde, un nuevo fondo de inversiones la compra, a precio de saldo, e invierte en ella con el ‘sano objetivo económico’ de especular, relanzarla y venderla ganando dinero. Así, el problema se perpetúa”. Su sospecha es que, mientras haya fondos atraídos por ese mercado goloso, la burbuja no va a estallar. “Y los pacientes crédulos, que se fijan en la publicidad para elegir dentista, seguirán pagando por este error de nuestro sistema sanitario con su salud”.
En muchas clínicas el propietario es un fondo de inversión cambiante
El problema no es baladí. Visitemos o no con regularidad al dentista, el estado de nuestra boca es algo que nos preocupa y mucho, al menos al 43 % de los adultos, volviendo a la encuesta del Consejo de Dentistas. Y el 5 % reconoce que, en alguna ocasión, ha condicionado su vida.
Es algo que está ocurriendo en cualquier lugar del mundo. Como muestra, el feliz desenlace de un programa puesto en marcha en una de las regiones más desfavorecidas de Míchigan, Estados Unidos, desde enero de 2014 hasta octubre de 2015, consistente en brindar atención dental gratuita a cambio de un trabajo voluntario. 25 dólares en servicios dentales por cada hora de trabajo. El 80 % de los participantes se mostró satisfecho por haber podido disfrutar de limpiezas preventivas, exámenes, extracciones y restauraciones simples. Y casi la mitad expresó también cómo esta mejoría ayudó a elevar la baja autoestima que les causaba el mal estado de su boca y a superar la vergüenza de comer en público.
Sin un solo diente propio
Si mirásemos de boca para adentro, ¡cuántas cosas descubriríamos acerca de nosotros mismos y de nuestra sociedad! La periodista Mary Otto, del Washington Post, lo hizo, y lo que halló fue una epidemia silenciosa de enfermedades bucales que destapan perspectivas de trabajo fallidas, desigualdad social, bajos logros educativos y un estado alarmante del funcionamiento de la salud pública. En Estados Unidos, el dolor de muelas no es un episodio ocasional, sino una realidad crónica para millones de personas. “Una vergüenza nacional”, publicó en su reportaje. La boca muestra la fractura social entre pobres y ricos.
¿Tanto avance abaratará los costes o abrirá aún más la brecha?
La brecha es palmaria en Estados Unidos. Su población más adinerada llega a gastar casi mil millones de dólares al año solo en blanqueamiento dental o 2.000 dólares por diente en carillas de porcelana. Mientras, 50 millones de estadounidenses dejan su boca en manos de clínicas de beneficencia, donde la solución más económica y rápida es la extracción. Alrededor del 20 % de los mayores de 65 años no conservan ni un solo diente propio. En los centros asistenciales un dentista voluntario puede realizar unas 400 extracciones en un día. Son pacientes con empleo estable, pero sin salario suficiente para pagarse un seguro dental y mucho menos un dentista particular. Todavía se aferran a la promesa de Donald Trump: “un hermoso sistema de salud al servicio de todos los norteamericanos y menos costoso”.
Antonio Montero, presidente del Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de Madrid (COEM), lo corrobora: “Cuanto más desarrollado es un país, más importancia da a la salud bucodental, tanto por estética como por una conciencia de salud, dada su influencia en todo el organismo y su correlación con las enfermedades cardiovasculares y endocrinas o alteraciones en el embarazo”. La comunidad madrileña es, asegura, ejemplo de cómo las desigualdades influyen decisivamente en el estado de salud oral.
España es el país del sur de Europa con tasas más altas de problemas bucodentales. Le siguen Italia, con un 84%, Portugal, con un 77%, Francia, con el 76% y Grecia, con un 60%.
“En ella se da la regla 80/20, según la cual el 20 % de los niños tienen el 80 % de las patologías. Y siempre se relaciona con los estratos más desfavorecidos. Inmigrantes, en muchos casos sin recursos para acceder a tratamientos básicos, parados o jubilados con pensiones muy reducidas”. Esta disparidad se advierte también con los seguros dentales, casi inexistentes en las zonas rurales y pequeñas poblaciones, mientras que la mitad de las personas con rentas medias y altas sí disponen de esta cobertura.
Adiós a los empastes
Es verdad que, como dejó patente el doctor José Ignacio Zalba durante la sesión científica Viaje al Origen de la Salud Dental, celebrada recientemente en Burgos, el deterioro dental es uno de los problemas que ha traído la civilización y un síntoma del estilo de vida actual. Los humanos del Paleolítico no padecían caries ni problemas de encías, a pesar de la falta de higiene.
“La dieta blanca, no abrasiva y muy nutritiva, sumada a otros factores, como el uso de cubiertos, ha generado una falta de desarrollo óseo y muscular”, indicó. Por eso mismo, solo los avances científicos pueden enmendar tal descalabro. Y, según se constató en el último Congreso de la EAO, celebrado en Madrid con más de 5.600 participantes de 88 países, el progreso de la odontología vive un momento espectacular. “Estamos en una fase avanzada en la regeneración de tejidos, como el hueso o los tejidos blandos, y esperamos novedades de aplicación clínica en la próxima década. Este no es el caso de la regeneración de dientes, aspecto de mayor complejidad biológica y clínica, en el que no creo que veamos aplicación en humanos en los próximos 30 años”, destaca Sicilia.
Lo que parece inminente es el fin de las obturaciones y endodoncias. Los experimentos y ensayos clínicos con células madre de la pulpa dental (la parte blanda del interior del diente) están revolucionando la odontología. Un equipo de investigadores de las universidades de Nottingham y Harvard han desarrollado “empastes” con un nuevo biomaterial que, en contacto directo con la pulpa, estimula sus células madre. Estas comienzan a dividirse hasta regenerar por completo la parte viva del diente. El siguiente paso, en el que ya trabajan varios laboratorios, es la fabricación de dientes vivos y vascularizados a partir de cultivos celulares en el laboratorio para luego implantarlos en el paciente.
Uso de impresoras 3D
Otras investigaciones avanzan sin tregua en los implantes dentales. Jeremy Mao, investigador del Laboratorio de Medicina Regenerativa de la Universidad de Columbia, es uno de los pioneros en trabajar con células madre. Su sistema permitió dirigir la trayectoria de estas hacia un molde tridimensional imbuido con un factor de crecimiento que impulsa el desarrollo celular. De este modo, se crean dientes artificiales dentro de la misma boca y rodeados del tejido de la piel en el que quedarán insertados en tan solo nueve semanas desde su implante. Otro equipo de la Universidad de Queen (Irlanda del Norte) está dispuesto también a plantar cara a la caries, movilizando, en este caso, las células madre con ácido acetilsalicílico con el fin de conseguir la autorregeneración de la estructura del diente.
El tratamiento podría incrementar la vida de los dientes y ahorrar quizás mucho dinero en empastes. También se están dando pasos en la línea de investigación con células madre procedentes de
los dientes de leche. Podrían ser de gran utilidad en el futuro, siempre que los extraiga un dentista antes de que se caigan para garantizar que mantienen un suministro de sangre óptimo hasta su extracción y procesamiento, según la compañía estadounidense de preservación de células madre National Dental Pulp Laboratory. En España, el banco de pulpa dental y células madre dentales Dencells Biomedical Institute está a la espera de que estos estudios y tratamientos superen la fase de estudios clínicos por las posibilidades que ofrecen estos tejidos: regeneración de dientes y tejidos periodontales y tratamientos de artrosis, ceguera, lupus, cardiología y diabetes. Además de estos dientes, las muelas del juicio contienen también una buena cantidad de células que ya se cultivan y conservan hasta que puedan utilizarse como terapia.
Lo que ya es un hecho palpable para los pacientes es cómo la tecnología ha revolucionado la implantología en rapidez y en estética, pero también convirtiéndose en una cirugía mínimamente invasiva. Ahora el futuro más inmediato pasa, según el doctor Sicilia, por la impresión óptica digital. “En cinco años habrá superado las limitaciones que tiene hoy gracias también a los factores de crecimiento óseo bioquímicos, sintetizados o basados en células madre del paciente. Combinados con el uso de impresoras 3D para hacer injertos a medida, habrá una transformación de la cirugía reconstructiva de la boca”, indica. Ahora el próximo reto en esta revolución es, según él, acortar los tiempos que pasan entre los ensayos reglados y su aplicación en pacientes. ¿A todos, o a unos pocos más pudientes?