¿Un poco de ambas cosas? Esta es una de las imágenes utilizadas en un estudio para analizar cómo actúa nuestro cerebro ante imágenes ambiguas
El ser humano está especialmente dotado para reconocer caras. Sin embargo, hacen falta algunos rasgos muy precisos para que no dudemos. Dos puntos más o menos juntos nos bastan para interpretar que son dos ojos.
Este fenómeno psicológico recibe el nombre de pareidolia, y hace que podamos percibir un rostro o una figura humana o animal en lugares de lo más insospechados, incluso en esta famosísima imagen que tomó la Viking 1 en una región de Marte.
Sin embargo, el cerebro no siempre lo tiene tan fácil. Hay imágenes ambiguas para las que debe hacer un esfuerzo mayor. Para dar respuesta al titular de este artículo, la máquina de pensar tiene que hacer un trabajo extra. ¿Cara o mano? ¿Qué has decidido?
Investigadores de Stanford, UC Santa Cruz y UC Berkeley han investigado los mecanismos que emplea el cerebro para resolver la ambigüedad visual utilizando imágenes como esta.
Un cerebro especializado
La forma en que el cerebro clasifica la información visual es una cuestión central en la neurociencia humana. En un estudio de 1997 de la neurocientífica Nancy Kanwisher identificaron el área del cerebro que se especializa en detectar rostros, ( FFA – o mFus-faces y pFus-faces ). Kanwisher acaba de demostrar que esta región, exactamente la misma, también se activa cuando tocan rostros.
Se han buscado más áreas especializadas en interpretar cosas, y las hay. Ahora sabemos, por ejemplo, que hay una región del cerebro que se activa especialmente ante los lugares (por ejemplo edificios, escenas interiores y exteriores); otra región de la corteza occipital lateral ( LO ) se activa más cuando miramos objetos en comparación con texturas aleatorias; otra región se dispara con el lenguaje escrito y los símbolos; y otra más, que responde cuando miramos cuerpos o partes del cuerpo (pero no caras).
Estos hallazgos indican que el cerebro trabaja por módulos, donde un módulo es el único responsable de representar rostros, otro de representar automóviles, otro de perros, otro de sillas, etc. ¿Pero qué pasa cuando lo que vemos no es ni una cara ni una mano?
Un tiempo para tomar una decisión
En la vida real, las cosas no suelen ser blanco o negro. Amenudo se nos presenta información ruidosa y eso crea ambigüedad. ¿Cómo responde el cerebro cuando se le presenta un estímulo ambiguo que podría pertenecer a dos categorías diferentes?
Para investigarlo había que buscar cómo crear imágenes ambiguas que se extiendan entre categorías, porque categorías como caras, edificios y cuerpos difieren de muchas maneras. Pero usando siluetas simples basadas en formas, los investigadores de Stanford, UC Santa Cruz y UC Berkeley han podido crear imágenes ambiguas de categorías entre rostros en un extremo y manos en el otro extremo.
En sus hallazgos, publicado recientemente en la revista Cerebral Cortex , Mona Rosenke y sus colegas utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para examinar las respuestas cerebrales mientras los participantes observaban imágenes como las de arriba.
La imagen destacada en este artículo es la que está en medio entre ambas opciones. No es ni cara ni mano. Es las dos cosas a la vez
En algunos ensayos, las imágenes eran caras, y se activaron las áreas cerebrales que reconocen caras. En otros ensayos, las imágenes eran claramente manos, lo que disparó la respuesta en el área cerebral que identifica extremidades del cuerpo. Pero esta vez los investigadores estaban más interesados en lo que sucede en los casos intermedios.
Entre los 14 participantes del estudio, hubo una gran variedad de respuestas a los estímulos intermedios, como los elementos de la columna central de la figura. Para algunos participantes, estos estímulos ambiguos provocaron respuestas cerebrales que se parecían a las de los rostros. Para otros, los patrones de actividad cerebral se parecían más a respuestas a las manos.
Fuera del escáner de resonancia magnética funcional, se pidió a los mismos 14 participantes que categorizaran cada una de las imágenes que habían visto en el escáner como un rostro o una mano. Al igual que sus respuestas cerebrales, las categorizaciones variaron entre los participantes, y algunos respaldaron los estímulos intermedios como caras y otros como manos.
Finalmente, los investigadores compararon las respuestas cerebrales y conductuales, y probaron que el cerebro, ante estos casos, tiene que hacer un trabajo extra. Se activan las áreas de la cara, se activan las de las extremidades y, además, hay actividad en otras regiones que, de algún modo, ayudan a dar una respuesta.
Si bien todavía hay mucho que aprender sobre cómo el cerebro representa la información de categorías, este estudio proporciona una pista importante: cuando se enfrenta a información ambigua, el cerebro compara y contrasta buscando la respuesta en diferentes regiones del cerebro para romper el empate.