Acaban de encontrar que la forma más grave de COVID-19 se relaciona con genes heredados de los neandertales.
Quienes portan estas variantes neandertales tienen hasta tres veces el riesgo de requerir ventilación mecánica.
Hace 50.000 años, en un lugar entre Europa y Asia, humanos modernos y neandertales tuvieron relaciones sexuales y se reprodujeron con éxito. Si hubo consentimiento y placer es algo que jamás van a contar los fósiles ni el ADN, pero lo que sí cuentan, el ADN principalmente, es que a día de hoy el Homo Sapiens Sapiens, los únicos homininos que hemos quedado vivos, somos en parte neandertales.
Las poblaciones modernas llevamos al menos un 20% de ADN heredado de aquellos encuentros prehistóricos entre machos y hembras de dos especies distintas al límite de la reproducción. Y a día de hoy los genes neandertales contribuyeron entre un 1,8 y un 2,6 por ciento del total de la composición genética de las personas de ascendencia eurasiática.
A partir de ahí, de aquellos encuentros en un mundo muy virgen, los híbridos resultantes tuvieron éxito. Sin duda porque de los genes de neandertal se obtuvieron grandes beneficios para la supervivencia de la especie, más allá del pelo pelirrojo o una piel más curtida para aguantar el frío. Esos genes, según diversos estudios, reforzaron nuestro sistema inmune. Así que no es solo enfermedad y “venganza” genética de los neandertales lo que llevamos dentro, aunque, por los estudios publicados, podría parecerlo.
De la esquizofrenia a la diabetes
Esa parte de genoma neandertal que llevamos, coincide con segmentos modernos estrechamente relacionados con diversos problemas de salud, entre ellos los niveles de colesterol en sangre, la esquizofrenia, los trastornos alimenticios y la artritis reumatoide, la diabetes, el lupus, la enfermedad de Crohn… y, por si fuera poco, ahora acaban de encontrar que la forma más grave de COVID-19 se relaciona con genes heredados de los neandertales. Difícil saber si aquel encuentro valió o no la pena.
La venganza genética de los neandertales
El proyecto COVID-19 Host Genetics Initiative ha examinado a más de 3.000 infectados, incluidas personas que fueron hospitalizadas con COVID-19 grave y personas que fueron infectadas por el virus pero no fueron hospitalizadas. Y han identificado una región en el cromosoma 3 que influye en si una persona infectada con el virus enferma gravemente y necesita hospitalización.
En esa región del ADN se han encontrado variantes específicas de algunos genes muy relacionados con que la enfermedad sea grave. Y la base de todo esto es que todos llevamos esa región de ADN de los neandertales, pero no todos expresamos esas variantes, las que se han relacionado con las formas más graves de la COVID-19.
«Es sorprendente que la herencia genética de los neandertales tenga consecuencias tan trágicas durante la pandemia actual»
El estudio publicado en Nature, ha revelado que esta región genética es casi idéntica a la de un neandertal de hace 50.000 años del sur de Europa y que llegó a nuestros días a través de la hibridación.
«Es sorprendente que la herencia genética de los neandertales tenga consecuencias tan trágicas durante la pandemia actual», dijo el profesor Svante Pääbo, que dirige la Unidad de Genómica Evolutiva Humana en la Universidad de Graduados del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST).
Quienes portan estas variantes neandertales tienen hasta tres veces el riesgo de requerir ventilación mecánica
El factor genético más fuerte
El nuevo estudio ha sido realizado por el profesor Pääbo, en colaboración con el profesor Hugo Zeberg, primer autor del artículo e investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y el Instituto Karolinska.
El profesor Zeberg explicó que quienes portan estas variantes neandertales tienen hasta tres veces más riesgo de requerir ventilación mecánica. «Obviamente, factores como su edad y otras enfermedades que pueda tener también afectan la gravedad del virus. Pero entre los factores genéticos, este es el más fuerte».
Los investigadores también encontraron que existen grandes diferencias en la frecuencia con la que estas variantes son en diferentes partes del mundo. En el sur de Asia, alrededor del 50% de la población los porta. Sin embargo, en el este de Asia están casi ausentes.