Científicos de Italia y Alemania han descifrado el origen del ADN de los etruscos con un estudio que abarca casi dos milenios
Siempre ha habido dudas acerca de la procedencia de los etruscos. Algunas investigaciones apuntaban a que fueron migrantes procedentes del Mediterráneo oriental, desde Europa Central y el norte del mar Negro, según el escritor griego Heródoto. Otra versión sugerida por el historiador Dionisio de Halicarnaso indicaba que eran de origen autóctono.
La civilización de la península conocida como Etruria ocupó una gran área del centro de Italia, incluidas las regiones de Toscana, Lazio y Umbría, durante la Edad de Hierro. Destacaban sus asombrosas habilidades en metalurgia y las sofisticadas representaciones culturales.
Los científicos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Jena, Alemania, de la Universidad de Tubinga, Alemania y de la Universidad de Florencia han llegado a la conclusión de que los etruscos no eran de origen asiático, y desmienten la interpretación de que procedían del Mediterráneo oriental. Esta investigación ha sido publicada por la revista Science Advances.
Para el estudio, los autores han secuenciado el ADN de un conjunto de 82 individuos que se agruparon sobre la base de sus fechas de radiocarbono y afinidades genéticas en tres intervalos de tiempo: 48 individuos del 800 al 1 a.c.e. (Edad del Hierro y República Romana), 6 individuos del 1 al 500 e.c. (período imperial), y 28 individuos del 500 al 1000 e.c. (12 del centro de Italia y 16 del sur de Italia).
«El Imperio Romano parece que ha dejado una aportación al perfil genético de los europeos del sur a lo largo del tiempo», Cosimo Posth, investigador de la Universidad de Tubinga
Respecto a la lengua etrusca, los resultados del análisis mostraron que no tenía origen indoeuropeo. Fueron los nativos de las estepas euroasiáticas quienes la introdujeron y ayudaron a que se extendiera por los territorios europeos. La aparición de elementos asiáticos se descubrió por los cambios genéticos provocados por la mezcla durante el período romano y las posteriores migraciones de las regiones del Mediterráneo oriental y Asia Menor.
Después de la mezcla entre individuos de la Edad del Bronce, el conjunto genético de los etruscos permaneció principalmente homogéneo durante casi 800 años, a pesar de la presencia esporádica de individuos con posibles orígenes del Oriente Próximo, África del Norte y Europa Central.
Los antepasados del Mediterráneo oriental reemplazaron una gran parte del perfil genético relacionado con los etruscos durante el período imperial romano. Se introdujo un aporte genético sustancial del linaje del norte de Europa durante la Alta Edad Media, posiblemente a través de la expansión de las tribus germánicas en la península italiana.
Por último, la composición genética de las poblaciones actuales del centro y sur de Italia ya se podía encontrar, en su mayoría, en aquel mismo lugar a finales del primer milenio de nuestra era.