Al norte de la ciudad de Barcelona se levanta el enigmático macizo de Montserrat, donde se encuentran las cuevas del Salnitre, que inspiraron a Gaudí
Hace unos 36 millones de años, el interior de lo que hoy es Cataluña estaba cubierto por las aguas del mar. Este mar desapareció por el plegamiento de una cadena de montañas que emergieron de las aguas y se elevan hoy hasta tres kilómetros de altura: los Pirineos.
Pero algo queda de aquél mar que era Catatuña: sales. Minerales que estuvieron disueltos en ese mar y que no podrían estar allí de otro modo, y que hoy se encuentran en las cuevas del macizo de Montserrat.
El macizo de Monrserrat, visto de lejos, parece una montaña a la que han intentado cortar con una sierra gigante repetidas veces. En catalán, Montserrat significa literalmente “monte serrado”. Surge bruscamente del terreno al oeste del río Llobregat y se eleva hasta los 1.236 metros de altura del pico de Sant Jeroni. ¿Por qué tiene esta forma? Es una historia de millones de años.
Cuando la «Plana de Lérida» era un mar, las Islas Baleares eran parte de una enorme montaña. Un gran río desembocaba en un delta, depositando todo tipo de sedimentos. Entonces empezó el proceso orogénico alpino.
Hace 66 millones de años, lo que ahora es África e India comienza a chocar a cámara lenta con Europa, que se arruga en los bordes. Casi todas las cordilleras que atraviesan Eurasia de este a oeste surgen de este choque titánico, desde los Alpes hasta el Himalaya, y a menor escala, los Pirineos.
Este plegamiento convirtió lo que era el delta en una montaña, poniendo los sedimentos del delta de lado. La erosión del agua y el viento desgastó unas capas de sedimentos más que otras, y de ahí surgieron los dientes de sierra de Montserrat.
Pero además, el agua se filtró y disolvió la roca calcárea, horadando cuevas en la montaña.
Las cuevas del Salnitre
Las cuevas del Salnitre , también llamadas cuevas de Collbató, por el municipio barcelonés donde se encuentran, se encuentran en el macizo de Montserrat. Antiguamente hubo explotaciones de salitre, es decir, las sales nitrato de potasio y nitrato de sodio. Desde la antigüedad estas sales se han empleado como conservantes. Sin ellas, no habría jamón ibérico.
Las cuevas se extienden por una sucesión de salas, las más grades de Cataluña. En su interior las rocas adoptan unas formas orgánicas que inspiraron a Gaudí para la creación de obras como la Sagrada Familia.
La longitud visitable de las cuevas es de 549 metros. Dentro hay hace fresco, la temperatura interior se mantiene constante a 14 ºC. La parte superior de la cueva no es visitable, ya que no está adaptada para las visitas turísticas. El resto se va iluminando a medida que el grupo de visitantes avanza por su interior.
Para entrar en la cueva hay que descender por el Pou del Diable (Pozo del Diablo), una escalinata de 16 metros y 66 escalones excavados para evitar que los turistas se rompan la crisma.
La Sala de la catedral es la más grande de la cueva, con 60 metros de longitud y hasta 35 de altura. Su nombre se debe a que en el pasado se decía que la Catedral de Barcelona cabía dentro. En esta sala se celebra en junio el «Festival del Gong», que ofrece conciertos de música para los que las cuevas ofrecen la acústica ideal.
El camino sigue, cueva tras cueva. Una vez superada la «cueva de los murciélagos» se llega a una de las cavidades más bellas, conocida popularmente como la «cueva del cambril». Junto a ésta se encuentra la «cueva de los elefantes» y a través de «la boca del infierno» se pasa por un conjunto conocido como «huevos fritos» (nombre que reciben por su forma) hasta llegar a una galería.
Luego se atraviesa la «sala de la virgen», la «sala de los elefantes» y la «sala de las barricadas», hasta llegar al «pabellón de la virgen», unos 20 metros por debajo del nivel de la entrada de la cueva.
Las cuevas de Toll
Las cuevas nunca vienen solas. Los pliegues y repliegues de las cordilleras y la erosión a lo largo de millones de años dio lugar a las vecinas cuevas de Toll. Lo más interesante es que, aunque los lugareños la conocían, los espeleólogos no llegaron a ella 1948, cuando un grupo de montañeros aficionados comenzó a explorarla.
La cueva tiene un recorrido de 1.086 metros y era de difícil acceso, por eso la «Galería Sur» no se descubrió hasta 1952. Allí se encontró el tesoro.
La cueva del Toll es una de las cuevas prehistóricas más ricas de Europa en fauna cuaternaria, durante la glaciación Würm. Se han encontrado restos de hipopótamo lanudo, rinoceronte, oso de las cavernas, león, hiena, buey primitivo, y gamuza, entre otros.
Los animales no fueron los únicos habitantes. Los restos de fuego y herramientas de sílexdel periodo musteriense indican que allí se refugiaron neandertales durante el Paleolítico Medio (entre 100.000 y 40.000 años). Los restos abarcan hasta la edad de bronce.
Los seres humanos dejaron de habitar la cueva hace 4.000 años pero, comparado con la edad de las montañas, eso quiere decir que se marcharon hace dos minutos.
Con la colaboración de Hyundai