Hace 2000 años, Hispania era Eldorado del Imperio Romano, y las minas de oro, plata y otros metales eran el motor de su poder
Imagínate unos indígenas que hacen abalorios con unas pepitas amarillas y brillantes que encuentran en los ríos. Entonces llegan de muy lejos extranjeros armados, que esclavizan a los indígenas y les hacen trabajar en las minas extrayendo el oro y la plata que luego se llevarán a su país.
Lo que ocurre es que esta vez, la historia no se sitúa en África, ni en Latinoamérica, sino en lo que hoy es España y Portugal, los territorios que el Imperio Romano tenía bajo su yugo para la extracción de oro, plata, hierro, plomo y otros metales. Aunque en estas minas también trabajaban mineros libres, la mano de obra esclava era el motor de la industria de la época.
Las minería romana no tenía nada que envidiar a la moderna en capacidad destructiva y contaminante. En la actualidad, bajo los hielos de Groenlandia, a tres kilómetros de profundidad, se han encontrado burbujas de aire contaminado con vapores de plomo procedentes de la minería en la Hispania romana.
El avance de las minas romanas supuso el talado de muchos bosques para obtener madera con la que entibar las galerías de las minas o como combustible para la fundición y la forja. Esto aumentó la erosión y produjo la desertificación de esas áreas.
Metales como el oro a veces se encuentran en forma de pepitas arrastrados por los ríos, pero si se sigue el curso del río hacia la montaña es normal encontrar una veta. Los romanos derrumbaron montañas enteras en busca de estos filones, y la devastación producida ha llegado hasta nuestros días en paisajes como el de las Médulas. Aquí, una vez agotado el oro, la naturaleza volvió a conquistar las rocas quebradas dando lugar a un espectáculo visual de piedra naranja y vegetación.
Estas son las minas romanas que no te puedes perder en España:
Las Médulas, León, España
La fiebre del oro ya existía en el norte de España mucho antes que en el salvaje oeste. Las Médulas es un yacimiento situado cerca de la ciudad de Ponferrada, en la comarca de El Bierzo. Aquí se encontraba la mina de oro a cielo abierto más grande de todo el Imperio Romano. El Paisaje Cultural de Las Médulas está catalogado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, pero lo que vemos en realidad es una montaña destruida por la frenética búsqueda del metal amarillo.
De hecho, en latín la técnica empleada se llamaba ruina montium, descrita por Plinio el Viejo en el año 77. Esta minería hidráulica consistía en horadar profundas galerías e inundarlas con agua proveniente de un trasvase entre cuencas para que las rocas se desmoronasen. Siete largos acueductos aprovechaban los arroyos de la comarca, que luego se empleaba para lavar los depósitos de oro aluvial.
La producción a gran escala no comenzó hasta la segunda mitad del siglo I. De nuevo según Plinio el Viejo, cada año se extraían 20.000 libras romanas (6.560 kg) de oro y en ella participaban 60.000 trabajadores libres. En poco más dos siglo, el oro se agotó y el verde volvió a las médulas entre las cicatrices de la montaña.
Rio Tinto, Huelva
Las aguas del Río Tinto son de un color naranja brillante debido a una química muy compleja. Son aguas extremadamente ácidas y con niveles muy altos de hierro y sulfuros de metales pesados, entre ellos hierro (el más abundante), cobre, cadmio y manganeso.
En la zona de Río Tinto se han explotado durante aproximadamente 5.000 años minerales, sobre todo cobre, plata y oro. Los tartesos e íberos empezaron a extraer minerales en el año 3000 a.e.c., seguidos por los fenicios, griegos, romanos, visigodos y árabes. Cómo no, los romanos lo hicieron a lo grande. En 2017 se excavaron los restos del poblado romano de Urium, que se encuentra en los terrenos de la empresa Atalaya Mining que explota las minas en la actualidad. Se han encontrado más de 40 monedas romanas de oro y plata, principalmente de la época de Nerón y Trajano, entre los siglos I y II.
Aunque el río representa un entorno muy duro para la vida, algunos microorganismos clasificados como extremófilos, entre ellos bacterias y algas, prosperan en estas condiciones, lo que ha hecho que sea un lugar de estudio para entender cómo la vida podría existir en Marte o las lunas de Júpiter y Saturno.
Minas de Arditurri, Gipuzkoa
Las minas de plata de Arditurri se encuentran cerca de la localidad de Oiartzun, en el País Vasco. En el corazón del Parque Natural de Aiako Harria (Peñas de Aya), un inmenso macizo granítico, los romanos construyeron más de dos kilómetros de galerías que se pueden visitar hoy en día, ya que la explicación se mantuvo activa hasta 1984.
De estas minas los romanos extraían galena argentífera o mineral de plata. Sin embargo esta mina no se agotó tan rápidamente y estuvo en funcionamiento casi sin interrupción hasta el año 1984. Lo que hoy podemos visitar es un complejo minero en el que convine la galería de drenaje, de las más importantes de Europa, construida por los romanos para evitar inundaciones, con led extensiones más modernas.
El sistema de explotación era aquí diferente: los romanos excavaban pozos verticales conectados entre sí por galerías con una pendiente que permitía drenar el agua. En 2008 se abrió al público el centro de interpretación en el edificio donde antes estaban los laboratorios de las minas, con una interesante exposición sobre la minería a través de la historia.
Minas de Bellmunt del Priorato, Tarragona
Estas minas de plomo ya eran explotadas mucho antes de que llegaran los romanos a la península ibérica, hay restos que indican que ya se extraía el plomo aflorado a la superficie entre el 3000 y el 2000 a.e.c. Sin embargo, las cosas se pusieron serias con los romanos, que empezaron a excavar galerías a partir del año 210 a.e.c. De aquella época solo quedan lámparas de aceite empleadas por los mineros, ya que la mina siguió en explotación hasta el año 1972. La época de mayor prosperidad se produjo entre 1920 y 1960, contribuyendo al crecimiento del municipio. El museo minero de la localidad organiza visitas a la primera galería de la mina Eugènia.
Cueva del Sanabrio, Cuenca
¿Los romanos tenían ventanas con cristales? El vidrio ya se conocía, pero su uso en ventanas no se hizo común hasta después de la Edad Media. Las ventanas de los romanos eran de “Lapis Specularis“, un mineral cristalizado de yeso, translúcido o transparente, fácil de cortar con una sierra. Estas láminas de mineral se montaban en armazones de madera para fabricar ventanas.
Pues bien, la mayor mina de Lapis Especularis del imperio estaba en un lugar llamado Cueva del Sanabrio a unos 150 kilómetros de la antigua ciudad de Segóbriga, y al lado de la actual Saceda del Río en la provincia de Cuenca.
En las Cuevas del Sanabrio se pueden visitar dos minas y observar este material cristalino en su estado natural. El trabajo de los mineros contribuyó al esplendor de la ciudad romana de Segobriga, ya que la explotación de este preciado material se prolongó durante más de dos siglos.
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