El extraño fenómeno óptico del rayo verde, un destello que aparece a la caída del sol, sigue fascinando a los viajeros de todas las épocas
La novela de Julio Verne «El rayo verde» (Le Rayon vert, 1882) es la historia de unos intrépidos exploradores que viajan a Escocia para ver un fenómeno natural mítico y único: en raras ocasiones, justo antes de la puesta de sol, el último rayo de luz visible es de un intenso verde esmeralda.
Hacer espoliar de un libro de 140 años debería estar permitido, aquí va: después de varios intentos frustrados por las persistentes nubes escocesas, los pájaros o los barcos en el horizonte, el rayo verde hace su aparición. Sin embargo los héroes no lo ven, porque se han enamorado y están mirándose a los ojos mientras el raro fenómeno tiene lugar.
El destello verde o rayo verde es un fenómeno real. Antes de la puesta de sol, o a veces antes del amanecer, se puede ver durante unos pocos segundos un punto verde justo por encima del sol, o a veces puede parecer un rayo que parte de ese punto.
Los pilotos de aviación están muy familiarizados con los rayos verdes
Para ver el fenómeno del rayo verde hay que estar en una altitud baja sobre el mar y tener una vista del horizonte sin obstáculos ni nubes. Los pilotos de aviación están muy familiarizados con los rayos verdes, ya que a menudo pueden ver el horizonte completo durante el vuelo en el momento en que se produce la puesta de sol. También, cuando vuelan hacia el oeste, el fenómeno es más visible, ya que el movimiento relativo del sol al ponerse es ligeramente más lento.
Pero ¿qué ocurre para que se produzca este rayo prodigioso? No se trata de que los extraterrestres nos estén disparando rayos láser desde detrás del Sol. En realidad la explicación la conocemos desde la escuela: la refracción y dispersión de la luz.
La refracción de la luz es lo que hace que una pajita sumergida en el agua parezca rota o doblada: la luz va a diferente velocidad en el aire y en el agua. En un prisma óptico triangular, la luz de distintos colores se refracta en diferentes ángulos, y el resultado es el conocido arco iris.
El rayo verde se produce porque la atmósfera se comporta como un prisma y hace que la luz del sol se separe, o se refracte, en sus diferentes frecuencias. Por este motivo el sol y otros objetos brillantes en el cielo están rodeado en realidad de un «borde verde». La luz del borde superior aparece verde o azulada y la del borde inferior, rojiza.
Lo que ocurre es que el borde verde, aunque ocurre en todos los atardeceres, es casi imposible de ver a simple vista. Si embargo, es posible ver en días muy claros, a medida que el sol desaparece en el horizonte, la parte superior de su borde de refracción: una mancha verde justo encima: el rayo verde. Los rayos verdes se ven potenciados por los espejismos, que aumentan la refracción, por lo que es más probable verlo en un día de cielo despejado y estable.
Pero, si el color superior en un prisma de dispersión es el azul, ¿por qué el rayo verde es verde y no azul? El motivo es que el azul es un color que la atmósfera, por su composición, dispersa hacia arriba. Por eso el cielo es azul, por cierto. El siguiente color disponible es el verde.
Como ocurre con los eclipses, mirar al sol directamente con instrumentos de aumento es muy peligroso. Para los aventureros que quieran capturar el rayo verde, es mucho mejor usar cámaras fotográficas con las lentes adecuadas. Si están enamorados, no se despisten mirando a los ojos de la persona amada.
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