Galileo fue pionero en el uso del telescopio para observar el cielo nocturno. Sus descubrimientos socavaron las ideas tradicionales sobre un cosmos perfecto e inmutable con la Tierra en el centro.
El primer registro de un telescopio procede de los Países Bajos en 1608. Se trata de una patente presentada por el fabricante de gafas de Middelburg, Hans Lippershey, ante los Estados Generales de los Países Bajos el 2 de octubre de 1608 por su instrumento «para ver cosas lejanas como si estuvieran cerca». De ahí viene precisamente su nombre, del griego tēle (lejos) y scopeo (veo).
Las noticias de este invento llegaron muy pronto a un astrónomo nacido en la ciudad florentina de Pisa llamado Galileo Galilei. Solo un año después, en 1609, diseñó una variante de telescopio refractor que hoy se conoce como telescopio galileano. El diseño del telescopio de Galileo incorporaba una lente convergente (plano-convexa) como objetivo y una lente divergente (plano-cóncava) como ocular. La gran ventaja y genialidad del diseño del telescopio de Galileo es que producía una imagen no invertida y vertical porque su diseño no tiene ningún foco intermedio.
El telescopio permitió a Galileo sus mayores descubrimientos astronómicos. Confirmó las fases de Venus, observó los cuatro mayores satélites de Júpiter, los anillos de Saturno y analizó los cráteres lunares y las manchas solares. Todas estas observaciones entraban en clara contradicción con la visión ptolomeica de que la Tierra estaba en el centro del universo, y apoyaban de forma indiscutible la teoría del heliocentrismo de Copérnico: la Tierra rota alrededor del Sol junto con el resto de los planetas. Sus publicaciones fueron investigadas por la Inquisición romana en 1615, que concluyó que el heliocentrismo era insensato, absurdo y herético, ya que contradecía las Sagradas Escrituras. Galileo fue juzgado, obligado a retractarse y pasó el resto de su vida bajo arresto domiciliario.
¿Dónde está el telescopio de Galileo?
Si hoy queremos contemplar el instrumento que cambió la vida de Galileo, y a la humanidad con él, tendremos que viajar a la ciudad de Florencia y visitar el Museo Galileo, antiguo Istituto e Museo di Storia della Scienza. El museo ocupa el Palazzo Castellani, un edificio del siglo XI junto al río Arno y cerca de la Galería de los Uffizi.
El Museo Galileo posee una de las mayores colecciones de instrumentos científicos del mundo, un testimonio del papel que los Grandes Duques de Médici y de Lorena otorgaban a la ciencia y a los científicos. Tras años de renovación, se inauguró con su nombre actual cuatrocientos años después de la publicación en marzo de 1610 del Sidereus Nuncius (El Mensajero Estelar) de Galileo.
Aquí podemos encontrar el telescopio original fabricado por Galileo. Consiste en un tubo principal con alojamientos separados en cada extremo para el objetivo y el ocular. El tubo está formado por tiras de madera unidas entre sí y revestido de cuero rojo, que se ha vuelto marrón con el paso del tiempo, con un grabado dorado.
El telescopio mide casi un metro de longitud. El objetivo plano-convexo, con la cara convexa hacia fuera, tiene un diámetro de 37 mm, con una apertura de 15 mm y una distancia focal de 980 mm. El ocular original se perdió y fue sustituido en el siglo XIX por un ocular bicóncavo con un diámetro de 22 mm.
Está registrado en el inventario de 1704 de la Galería de los Uffizi como «Un telescopio de Galileo de 1 2/3 brazos de longitud en dos piezas para alargarlo, revestido de cuero de varios colores y con herrajes de oro, con dos lentes, de las cuales el ocular está en ángulo».
Galileo diseñó ingeniosos accesorios para las diversas aplicaciones del telescopio. Uno de los más importantes fue el micrómetro, un dispositivo indispensable para medir las distancias entre Júpiter y sus lunas. Otro era el helioscopio, que permitía observar las manchas solares a través del telescopio sin riesgo de dañar los ojos.
Inicialmente, el telescopio diseñado por Galileo sólo podía ampliar los objetos unas 30 veces. Este diseño inicial tenía ciertos defectos como el estrecho campo de visión y la forma de la lente. Esto producía imágenes borrosas y distorsionadas. Sin embargo, a pesar de estos defectos, Galileo utilizó eficazmente el telescopio para estudiar y explorar el cielo, con tanta precisión que sus hallazgos le llevaron ante la justicia.
Se dice que sus jueces se negaron a mirar por el telescopio para comprobar por sí mismos la verdad de lo que Galileo había observado. La historia le dio la razón, aunque sus acusadores necesitaron mucho tiempo para admitir su error. Solo en 1992, el Papa Juan Pablo II reconoció que la Iglesia se había equivocado al condenar a Galileo por afirmar que la Tierra giraba alrededor del Sol.