Los astrónomos han intentado explicar la historia de los Reyes Magos guiados por la estrella de Belén en su viaje reconstruyendo posibles acontecimientos en el cielo hace 2.000 años
La historia de los Reyes Magos que visitaron a Jesús recién nacido se narra en el Nuevo Testamento de la Biblia, en el Evangelio de Mateo. Según el relato, los Reyes Magos siguieron una estrella hasta el lugar de nacimiento de Jesús en Belén y le entregaron regalos de oro, incienso y mirra.
Aunque la historia de los Reyes Magos es una parte importante de la tradición cristiana y se celebra ampliamente durante la Navidad, no hay pruebas históricas fuera de la Biblia que apoyen la existencia de los Reyes Magos o su visita para ver a Jesús, y por tanto, tampoco hay ninguna otra prueba de que hubiera una nueva estrella en el firmamento que los guiara. Los Reyes Magos no se mencionan en ningún otro texto histórico o religioso, y no hay ningún otro registro de su visita a Belén.
Es posible que la historia de los Magos se añadiera al Evangelio de Mateo para establecer una conexión entre Jesús y el resto del mundo, ya que se creía que los Magos eran representantes de tierras y culturas extranjeras. Sin embargo, la historia tiene un atractivo especial para la ciencia: proporciona un dato astronómico (una nueva estrella) y eso es algo que los científicos pueden comprobar. Basándose en cálculos astronómicos, estas son algunas de las posibles explicaciones:
La estrella de Belén fue una explosión de una supernova
La idea de que los Reyes Magos vieron la explosión de una nova o supernova fue insinuada por el astrónomo del siglo XVII Johannes Kepler y ha tenido muchos seguidores desde entonces.
Sin embargo, no hay constancia de tal acontecimiento en Occidente. Solo los registros chinos tienen una posible mención de una nova o supernova alrededor de la época del nacimiento de Jesús. Tampoco se conoce ningún resto de supernova, que esperaríamos encontrar si hubiera habido una supernova en esa época.
La estrella de Belén era un cometa
Esta explicación tiene orígenes aún más antiguos, remontándose al primer teólogo cristiano Orígenes en el año 248 e.c. Una vez más, se pueden invocar los registros chinos, pero no hay ningún registro de un posible cometa alrededor del 5 a.e.c.
Una ventaja de la teoría de los cometas es que éstos se desplazan por el cielo a lo largo de los meses, y se ha argumentado que esto encaja con la interpretación del Evangelio de que la estrella «se movió» mientras dirigía a los Reyes Magos. Sin embargo, este mismo argumento podría aplicarse a un objeto que se moviera con las estrellas si el viaje de los Magos duró, como se propone, algunos meses. A pesar de las dudas, la mayoría de las representaciones clásicas de la Natividad muestran la «estrella» como un cometa.
La estrella de Belén era una conjunción de Júpiter y Saturno
A Kepler también se le asocia con la idea de que fueron las conjunciones cercanas de Júpiter y Saturno las que crearon la «estrella». De hecho, se produjeron tres conjunciones en las que los dos planetas estaban cerca el uno del otro en el cielo, pero no lo suficiente como para que aparecieran como un solo objeto a simple vista.
La estrella de Navidad era un punto estacionario de Júpiter
Júpiter, en su trayectoria aparente a través del cielo, se le ve generalmente moverse de este a oeste a través del fondo estrellado a medida que avanzan las noches. Sin embargo, como ocurre con los demás planetas, debido a los movimientos relativos de la Tierra, este movimiento parece ralentizarse y luego detenerse cuando el planeta alcanza lo que se denomina un «punto estacionario». A continuación, el planeta parece moverse al revés, de este a oeste durante algunos días, antes de detenerse de nuevo y reanudar su movimiento de oeste a este. Uno de los puntos estacionarios podría haber ocurrido cuando Júpiter estaba directamente sobre Belén a la misma hora de la noche durante varias noches. Lo malo es que esto no es nada extraordinario, ya que ocurre todos los años.
Dejando de lado las posibles conjeturas sobre los fenómenos astronómicos de hace 2.000 años, surgen otros problemas prácticos. Las estrellas, los planetas, los cometas y el resto de los cuerpos celestes se mueven durante la noche de forma aparente (en realidad es la Tierra la que se mueve), con la excepción de la Estrella Polar. La estrella de Belén aparece en el evangelio de San Mateo «en el este», pero es imposible que se quedara quieta allí para guiar a los Reyes Magos, y mucho menos que se quedara «aparcada» encima del pesebre. Como para la mayor parte de las historias míticas de la Biblia, si se eliminan los milagros como explicación, todo resulta muy improbable.
Sección Viajes de Ciencia de Quo patrocinada por Hyundai