Los científicos estudian cómo el humor emerge de interacciones juguetonas y sociales en simios y humanos, desdibujando las líneas entre lo animal y lo humano.
El humor es una característica compleja que trasciende las palabras y que podría tener raíces más antiguas de lo que creemos. Se manifiesta a través de bromas físicas y juegos repetitivos, comunes tanto en niños pequeños como en grandes simios. Este fenómeno destaca la importancia de las interacciones sociales en el desarrollo del comportamiento lúdico y plantea preguntas sobre cómo el humor pudo surgir a lo largo de la evolución como una herramienta para aprender, fortalecer vínculos y explorar límites sociales.
En una tarde soleada en el Zoológico de San Diego, Aisha, una orangután de tres años, hacía travesuras a su padre para llamar su atención. Con un juguete en la mano, lo agitaba, lo tocaba y finalmente consiguió que él la mirara mientras ella se balanceaba en un columpio. Esta escena, que podría parecer típica de un niño pequeño y su padre, no es casualidad. El comportamiento juguetón de Aisha se parece mucho al de los niños humanos porque el juego y las bromas pueden compartir un origen común en la evolución de los primates.
Durante años, investigadores han estudiado el comportamiento bromista en humanos y grandes simios, explorando por qué y cuándo evolucionó. Aunque el humor a menudo se considera una característica exclusivamente humana, estudios recientes sugieren que tiene raíces profundas en nuestro árbol evolutivo. Las bromas y los juegos de los simios están entre el juego y la agresión, y aunque pueden llevar al conflicto, también ayudan a formar y reforzar relaciones sociales. En los humanos, las bromas juguetonas permiten probar límites sociales y publicitar la fortaleza de las relaciones mediante la risa compartida.
Este comportamiento se refleja en los grandes simios. Durante una investigación en 2005 sobre la comunicación de los orangutanes, un investigador observó a una cría que ofrecía un trozo de corteza a su madre, solo para retirarlo en el último momento. Esta interacción repetitiva se transformó en un juego entre madre e hija, con roles invertidos. Aunque simple, este “juego de bromas” mostró elementos clave del humor: un planteamiento (el ofrecimiento) y un remate (la retirada), recordando las bromas que entretienen a los niños pequeños.
El humor, tanto en simios como en humanos, a menudo se basa en la sorpresa. Juegos como el “peekaboo” o las bromas repetitivas generan risas mediante un elemento inesperado que, al repetirse, se convierte en parte del juego. Esta estructura básica, según los investigadores, podría ser una forma temprana de humor que permitió a nuestros ancestros primates explorar normas sociales en un contexto seguro.
La investigación sugiere que el humor tiene una función social crucial: permite aprender sobre los límites de las relaciones, probarlos sin riesgo real, y mostrar confianza y cercanía entre individuos. Al observar a los grandes simios, podemos vislumbrar cómo estas dinámicas sociales han influido en nuestra evolución, destacando que el humor, en su forma más primitiva, podría haber sido una herramienta vital mucho antes de que los humanos desarrollaran el lenguaje.
REFERENCIA
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