Siempre hemos visto las carreteras como un mal necesario pero ¿y si resulta que fueran una fuente de energía barata?

En estos momentos, cualquier idea para aliviar nuestra dependencia del petróleo es bienvenida. Obtener energía térmica es uno de los objetivos, pero si encima procede de algo tan negro como una carretera, mejor que mejor.

La idea es sencilla. Se trata de instalar bajo el asfalto una serie de acumuladores de calor que posteriormente, mediante un sistema de intercambiadores, se reutiliza para calentar agua o calefactar casas.

«En el mundo hay más de 18.000.000 km2 de carreteras. El potencial es enorme. Y no hablamos de soluciones de futuro, sino de propuestas que son ya una realidad», explica Nuria Uguet, directora técnica de Eurovía Management España.

Los intercambiadores que utiliza el sistema son en realidad serpentines con agua glicolada en su interior que se calientan debido a la radiación solar. Ese circuito, similar al de las calefacciones de muchos hogares, es el que se hace llegar a instalaciones cercanas para ser utilizado como fuente de energía.

«Imagina el parking de un centro comercial. Se puede instalar el intercambiador, es decir, el serpentín, debajo de la calzada del aparcamiento. Ese circuito va haciendo como una «S» de forma que, al igual que ocurre en el intestino de los mamíferos, permite que haya mucho recorrido en muy poca superficie. Una bomba de calor se encarga de recoger el líquido previamente calentado por el sol bajo el asfalto para que pueda ser desviado a las instalaciones comerciales y calefactarlas», añade Uguet.

El momento óptimo

En nuestro país prácticamente la red vial está completa, exceptuando algunas zonas de expansión. En estas nuevas áreas, la creación de estos circuitos no plantea problemas porque se puede ejecutar a la vez que la construcción de la vía. Pero, ¿qué pasa en el resto de la red? «La idea es instalarlo durante las operaciones de conservación de la carretera porque en ese momento se retira la capa de rodadura y se coloca una nueva. El sistema se coloca a una profundidad de 4 cm de la superficie, en una capa intermedia bajo el asfalto, para que se puedan hacer sucesivas operaciones de mantenimiento sin que la instalación se ve a afectada y sin mermar la capacidad de absorción del calor del sol.

¿Es útil en mi casa?

Ya hay un proyecto piloto de esta idea en Francia. En un edificio de 61 viviendas sociales con un aparcamiento de 1400 m2 se ha logrado cubrir el 75 por ciento de las necesidades de agua caliente con este sistema. El ahorro ha sido de 260 anuales por vivienda pero, lo que es más importante, se ha evitado que se expulsaran 60 toneladas de CO2 a la atmósfera. También se han hecho pruebas en los Alpes, donde se ha logrado descongelar el hielo y la nieve de algunos tramos, con la seguridad para la conducción que ello supone.

 

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El sistema de intercambiadores y acumuladores permite derretir la nieve en los puertos de montaña.

 

Carreteras más fresquitas en verano

Este «circuito térmico» tiene también sus ventajas en verano porque permite «calentar» carreteras en invierno y refrigerarlas entre 2 y 3 grados en verano. Lo hace absorbiendo todo ese calor extra y acumulándolo para ser utilizado en el momento más oportuno. No llega por supuesto a ser un sistema de aire acondicionado, pero sí una solución válida para esas islas de calor que se crean el periodo estival y que determinan que el centro de las ciudades sean más calurosos que el extrarradio.