Mazda introduce un sistema de reconocimiento facial en el Mazda CX-60 que ajusta los parámetros del asiento a la fisionomía de cada conductor
Los responsables del desarrollo del Mazda CX-60 aseguran que seis de cada diez conductores no adoptan la postura de conducción correcta. Sentarse con la espalda bien apoyada en el respaldo y comprobar que, con el brazo extendido, la muñeca apoya sobre la parte superior del volante son algunos de los condicionantes que permiten una buena maniobrabilidad. Pero, para los que no logren encontrar ese punto ergonómico perfecto Mazda ha desarrollado una tecnología que, basándose en el reconocimiento facial, ajusta automáticamente el asiento en función del conductor.
Se llama Kinetic Posture Control de Mazda y se basa en una cámara que reconoce los rasgos faciales de cada usuario. Para configurar el sistema, hay que introducir la talla en altura. En función de ello, el Mazda CX-60 hace una estimación de la complexión física y evalúa a la altura a la que están los ojos para fijar la posición ideal del volante, los asientos, los retrovisores e incluso el head-up-display (la información que se proyecta en el parabrisas). El coche deja un margen para que cada persona pueda modificar ese esquema rígido que propone el Kinetic Posture Control. Una vez que el usuario da el ok, el perfil se queda almacenado bajo el nombre e imagen que cada uno determine. Kinetic Posture Control también ajusta la ecualización que se haya hecho en el equipo de audio, la temperatura, el nivel de alerta de los diferentes sistemas de seguridad e incluso la iluminación interior. Y todo, mirándote simplemente a los ojos, aunque lleves gafas de sol o graduadas.
En ningún caso esta tecnología sirve para abrir el coche o alterar cualquiera de su sistema de seguridad
La duda es, ¿dónde van a parar todos mis datos biométricos? ¿Qué utilización se va a a hacer de ellos? En Mazda aseguran que el sistema cumple con las leyes de ciberseguridad y que en ningún caso esta tecnología serviría para abrir el coche o alterar cualquiera de su sistema de seguridad.
El coche más potente de la historia de Mazda
El Mazda CX-60 rivaliza con el Audi Q5 o el BMW X3 y permite al fabricante entrar en un segmento inexplorado hasta ahora para ellos, el de los SUV de gran tamaño. Mide 4,7 metros, tiene tracción trasera y 4×4 y, por primera vez en la marca, incorpora tecnología híbrida enchufable. ¿Demasiado tarde? Bueno, durante años se han resistido a adoptar los nuevos sistemas de propulsión eléctrica en todas sus variantes. Solo cuando han visto el mercado maduro han empezado a lanzar modelos que satisficieran la demanda real de los conductores. Rompió el hielo en 2020 el Mazda MX-30, el primer eléctrico 100% de la casa. Ahora, el Mazda CX-60 lidera el camino de los híbridos enchufables en Mazda. Y lo hace combinando un motor de gasolina de cuatro cilindros y 2,5 litros con otro eléctrico de 129 kW y una batería de 17,8 kWh. Eso se traduce en una potencia total de 327 CV o, lo que es lo mismo, el coche más potente de la historia de Mazda.
El CX-60 es el primer híbrido enchufable de Mazda
Blanco y radiante va este Mazda
Cuando Mazda se propuso utilizar el rojo en su gama hace más de sesenta años quiso dar un paso adelante y crear el rojo más bonito del mundo. Y para muchos lo consiguió. Al reflejarse la luz en la carrocería, se potencian las formas y los volúmenes. La clave está en una pintura que combina partículas de aluminio de alto brillo con otras capaces de absorber la luz. Sobre ella, dan otra con pigmentos de alto cromatismo y, por último, una capa transparente, según publicó en su día el Women’s World Car of the Year.
Un procedimiento similar es el que han utilizado ahora para crear un blanco que ellos llaman Rhodium White Premium. Está inspirado en la estética japonesa y su misterio está en que el grano fino de la pintura acentúa las sombras de la carrocería. Consiguen el efecto reflectante añadiendo a la pintura escamas de aluminio ultrafinas de alta luminancia. Toda la superficie brilla cuando se expone a la luz.
Pero lo mejor del Mazda CX-60 es el salto de calidad que ha dado respecto al resto de la gama. Y eso forma parte de la filosofía de querer consolidarse como marca premium japonesa.
El Mazda CX-60 tiene la etiqueta cero y está a la venta a partir de 48.700 euros.
Lástima que lleven una caja de cambios muy mala, donde marcha atras va a tirones y entre quinta y sexta pátina el embrague