Apenas mide 4,19 metros, pero el Lexus LBX híbrido concentra en sus reducidas dimensiones toda la esencia de la marca japonesa… o casi

Lexus, conocida por sus grandes berlinas, deportivos y SUV de lujo, tenía un problema: sus coches eran demasiado caros para la gente joven. Así que, decididos a ampliar cuota de mercado, pusieron su atención en el segmento de los SUV urbanos. A su favor tenían la plataforma GA-B sobre la que se construyó el Toyota Yaris Cross, modelo híbrido del mismo consorcio automovilístico. Los ingenieros de Toyota, matriz de Lexus, no lo dudaron y sobre ella montaron el Lexus LBX híbrido, siglas que responden a la descripción Lexus Breakthrough Crossover, o lo que es lo mismo, crossover revolucionario.

¿Es realmente revolucionario?

Lo es, sobre todo por el hecho de que Lexus se haya bajado de su pedestal inaccesible para tratar de atraer a los más jóvenes. Por lo demás, el Lexus LBX, efectivamente, es ese SUV pijo y coquetón que sus responsables deseaban. Está bien acabado, es estable y alcanza los 100 km/h en 9’2” gracias a dos motores, uno eléctrico y otro de combustión, que en total entregan 136 caballos. El de gasolina está configurado como un tres cilindros y solo desarrolla 90 caballos.

El Lexus LBX es un híbrido con un motor de tres cilindros y un consumo medio de 4,5 litros/100 km

La ventaja de este tipo de mecánicas está en que, al tener menos cilindros, se reduce la fricción y el peso. El consumo, en combinación con un pequeño motor eléctrico que permite la hibridación, es solo de 4.5 litros/100 km. Pero los propulsores de tres cilindros también tienen su lado oscuro. Y ese no es otro que una entrega de potencia poco lineal en comparación con los motores de cuatro cilindros, especialmente a bajas revoluciones. El efecto se acusa porque el cambio de engranajes que monta el Lexus LBX no entrega la potencia de forma simultánea a cómo suben las revoluciones. Es este un defecto de todas las transmisiones de este tipo y en principio no tiene más inconveniente que el del sonido desacompasado.

Aquí hay clase

Tazuna es una palabra japonesa que significa “riendas del caballo” y tazuna es también el concepto que Lexus quiere transmitir para describir cómo es el interior del Lexus LBX. O sea, filosofía japonesa pura para dar a entender que el conductor tiene todo bajo control. Y eso lo hace gracias a un puesto de conducción ergonómico desde el que se controlan dos pantallas, una de 12,3 y otra de 9,8 pulgadas que permiten accionar la mayor parte de las funciones del coche.

Lexus_lbx

Y como todo es muy inspirador, Lexus ha otorgado particular atención al tacto del volante para transmitir dinamismo y crear una conexión con el usuario. No en vano el presidente de Toyota, Akio Toyoda, conocido como «Morizo», ha sido un gran impulsor de la deportividad y el rendimiento en los vehículos de Toyota y Lexus. Por eso este volante está revestido en un material antideslizante muy sensorial que para sí hubieran querido los pilotos de hace unas décadas.

Hibridación es la palabra clave

Los orígenes de la tecnología híbrida de Toyota se remontan a la década de 1970, cuando la compañía japonesa empezó a investigar sobre sistemas de propulsión alternativos en respuesta a la crisis del petróleo. Los ingenieros de Toyota se centraron desarrollar un sistema híbrido que combinara la eficiencia de un motor eléctrico con la potencia y la versatilidad de uno de combustión interna. El Toyota Prius fue el resultado de aquellas investigaciones que en 2005 también desembocaron en el Lexus RX 400h híbrido.

Hoy, el Toyota Yaris Cross, modelo en el que se basa este Lexus LBX ha dejado atrás las baterías de níquel cadmio iniciales para apostar por las de litio. Al Lexus, sin embargo, le queda esta tarea pendiente. Es cierto que ha evolucionado sus baterías y ahora son de níquel hidruro metálico con mayor capacidad energética y menor efecto memoria, pero están lejos del litio que hoy es mayoría en los coches eléctricos y electrificados.

Aun así, el Lexus LBX es un coche que conquista, independientemente de que los japoneses nos lo enturbien con conceptos que aquí, en Occidente, ni entendemos ni nos llegan al alma como a ellos.