Elegantes, majestuosos y llamativos. Así son los caballos blancos. Y precisamente ese es el problema en el mundo real, alejado de las leyendas. Su reluciente pelaje los hace especialmente vulnerables al cáncer de piel y a los ataques de posibles depredadores.
Entonces, ¿qué sentido tiene que la evolución les haya permitido seguir vistiendo así? Pues bastante, según ha descubierto Gábor Horváth, de la Universidad Eötvös de Budapest (Hungría). Los caballos claros resultan mucho menos atractivos para los tábanos, unos insectos cuya mordedura les arranca un trocito de piel y puede transmitirles muchas enfermedades. Entre las más graves se encuentran la anemia infecciosa equina y el ántrax, o carbunco.
Pilar Gil Villar