Expertos del CSIC, en colaboración con científicos franceses y estadounidenses, han identificado un gen que al mutar hace que una leguminosa de la misma familia que el trébol y la alfalfa, la Medicago truncatula, tenga cinco hojas en lugar de tres. Esto es lo que ha llevado a los investigadores a pensar que podría también ser responsable de la existencia de los tréboles de cuatro hojas.
“La formación de nuevas hojas tiene lugar en el ápice del tallo, a partir de unas pequeñas protuberancias, llamadas primordios, formadas por células que se están multiplicando”, explica el científico del CSIC Francisco Madueño. Los primordios de las hojas simples crecen y dan lugar a la forma final de la hoja, con una sola lámina, llamada foliolo. En cambio, los de las hojas compuestas, como las del trébol, el tomate o la leguminosa de este estudio, tienen mayor capacidad de proliferación y forman a su vez nuevos primordios, que dan lugar a más foliolos.
Los científicos han descubierto primero que la formación de estos nuevos primordios se debe a la expresión de una proteína que regula la activación e inactivación de los genes; la SGL1 y también hallaron que el gen PALM1, controla la expresión de la proteína, de modo que si PALM1 no funciona, SGL1 se descontrola y permite la formación de un mayor número de foliolos. Los investigadores creen que PALM1, que tiene homólogos en muchas otras especies de plantas, puede haber tenido un papel clave en la evolución de esta característica, al generar hojas con formas distintas. Esta capacidad resulta vital para adaptarse al entorno y evolucionar y puede tener que ver con la variedad de formas y tamaños en el reino vegetal.
Juan Scaliter