Pues sí. Como tienen una mortalidad infantil muy alta, han refinado mucho sus técnicas de supervivencia. Solo uno de cada 100 ejemplares llega a los cinco años (adultos) por atropellos de coches y cortadoras de césped, que matan miles en todo el mundo cada año. Contra ello no pueden hacer nada, pero sí contra su único depredador, el tejón, que tiene las garras lo suficientemente fuertes para abrirlo cuando está enrollado.
No hace demasiado que se sabe que el erizo europeo (Erinaceus europaeus) segrega una gran cantidad de saliva espumosa, la esparce en el suelo y después se revuelca en ella para impregnar sus cerca de 500 púas. ¿Es que su saliva es venenosa? No, la que es tóxica es la piel del sapo que se comen primero para poder hacer esto –los erizos son inmunes a muchas sustancias–. Algunos etólogos creen que este comportamiento aún no está bien estudiado, ya que parece que ni ese veneno ni su olor ahuyentan a los depredadores, y que puede ser un simple rito de baño.
Redacción QUO